Animales que se drogan

El libro Animales que se drogan por Giorgio Samorini nos habla de Cabras cafeinómanas, renos micófilos, pájaros ebrios, hormigas adictas al néctar... la vida salvaje ofrece numerosos ejemplos de animales que buscan y consumen sustancias psicoactivas en su hábitat. Giorgio Samorini explora este desconocido fenómeno y sugiere que, lejos de ser exclusivo del hombre, el deseo de experimentar estados alterados de conciencia es compartido por algunos animales de forma natural y deliberada. El autor de contradiciendo la creencia occidental de que el uso de la droga no es natural, abre nuestros ojos a la posibilidad de que los seres que consumen estas sustancias psicodélicas contribuyen a la evolución, creando nuevos patrones de conducta que serán adaptados por otros miembros de su misma especie.

la reseña



¿Por qué los animales -incluido el ser humano- toman drogas? Esta es la pregunta de la que parte el libro, o quizás la cuestión a la que aspira a dar respuesta.

Si bien hasta hace pocos años casi se desconocía el empleo de sustancias psicoactivas -alteradoras de la percepción, comportamiento o estado de ánimo- entre los animales, y no se presentaba casi atención a estos datos, recientemente los etólogos (estudiosos del comportamiento animal) han ido desvelando uno tras otro, y casi sin solución de continuidad, docenas de casos que abarcan desde renos micófilos a cabras cefetómanas, desde elefantes borrachos a hormigas que se embriagan hasta perder el norte.

Desde ese momento el número de especies de las que se tiene conocimiento de este comportamiento ascienden a más de 300, y parece que número va en aumento. Para no desvelar todo antes de empezar, decir que el comportamiento de estos animales no es accidental: conocen bien lo que buscan, y a veces lo buscan empecinadamente.

¿Cabe preguntarse y suponer que los seres humanos y los animales no humanos buscan y toman sustancias psicoactivas por motivos parejos? Aunque el libro anticipa una respuesta, cabe al menos decir que en este universo 'no nos encontramos solos' -cada vez resulta más difícil dar con un aspecto que los humanos no compartan con el mundo animal (entierros aparte).


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