NOVIOLENCIA Y ANTIMILITARISMO
Hoy en día la noviolencia es la forma de lucha habitual de diferentes movimientos políticos y sociales pero de todos ellos destaca por la defensa que históricamente ha hecho de esta estrategia el Movimiento Antimilitarista.
Aún en contra de las corrientes belicistas, el desprecio o la incomprensión de parte del universo político el antimilitarismo no ha renunciado ha teorizar y aún mejor, poner en práctica permanente esta particular estrategia de acción. Y es que la noviolencia está profundamente enraizada en lo que es la historia del antimilitarismo. La objeción de conciencia y la insumisión son formas de acción noviolenta que han marcado un proceso amplio de movilizaciones antimilitaristas.
Precisamente uno de los principales logros de la dinámica de Insumisión ha sido, probablemente, sacar de los libros de filosofía política, filosofía del derecho, de ética y otras disciplinas... esa cosa llamada Desobediencia Civil llevándola a las calles, a los cuarteles, a los parlamentos, a los tribunales, o a las cárceles...
Aunque la Insumisión no ha sido, ni es, ni pretendía serlo, la única vía para la erradicación del militarismo de la faz de la tierra, sino tan sólo un grano de arena aportado a esa tarea.
La desobediencia civil es una especie de espejo en el que se reflejan algunas de las deficiencias del modelo de sociedad en el que vivimos.
¿Y QUÉ ES ESTO DEL ANTIMILITARISMO?
Si entendemos el militarismo como el instrumento del que se dota el Poder para imponerse y mantenerse (ejércitos y fuerzas policiales, control social y manipulación mediática, instituciones de sufrimiento y castigo como la cárcel, reglamentaciones coactivas de todo tipo: laborales, de enseñanza, de cultivo...) en el tiempo, se comprende que el antimilitarismo no es sólo la lucha contra la mili de aquí o allá, es la lucha contra la represión y el control social, el gasto armentístico, el intervencionismo falsamente humanitario, el reclutamiento profesional... es la lucha contra ese poder económico que se sustenta por la fuerza pero cada vez más, al menos en nuestras sociedades occidentales, por la coacción (políticas laborales, económicas, el espejismo de la felicidad consumista,etc) y la creación de consensos sociales con la ayuda de los medios de comunicación que les pertenecen.
El objetivo del antimilitarismo es la desmilitarización y la construcción de la paz pero de forma duradera. Una paz que puede ser entendida según su concepción más dinámica, como final de un proceso y no como una utopía inalcanzable. También es paz cada paso de la violencia hacia nuevas relaciones, de la injusticia hacia la dignidad, de la explotación hacia la liberación, de la indiferencia hacia la atención. Construir la paz es un reto inaplazable para todos los pueblos en la dirección de un modelo social radical la dirección de un modelo social radicalmente distinto resultante del enfrentamiento crítico con la realidad social. Una modelo social basado en la defensa coherente, entre medios y fines, de la participación y decisión colectiva, de la transmisión de valores y alternativas que garanticen un desarrollo social estable y sostenible.
El compromiso con la transformación del conflicto violento actúa sobre la realidad estructural de la desigualdad y la injusticia social. Intenta transformar el conflicto en una fuerza positiva que además de provocar cambios sociales reduzca las condiciones que alimentan el conflicto armado. La duración de los resultados dependerá del progreso en la solución de las causas del conflicto y la confianza germinada por el descubrimiento colectivo de que estos progresos se pueden conseguir sin violencia. Manteniendo las formas noviolentas en la raíz de nuestras propuestas presentes y en las futuras instituciones sociales, conseguiremos una paz duradera.
Y la noviolencia no consiste en condenar la violencia, sino en superarla. Se trata de una búsqueda de nuevas formas de organizarse, relacionarse y regular los conflictos de forma que la violencia sea superada. Se trata de romper con la espiral de sufrimiento.
Ser o actuar de forma noviolenta no significa enviar al infierno a todo aquel que haga uso de la violencia, significa investigar otras vías, proponer nuevas soluciones, ensayar métodos distintos. Por esta razón el punto de partida de la noviolencia es el análisis profundo de la violencia. Cuando se ha comprendido cada situación en la que se impone la violencia, entonces puede entenderse la aventura de la noviolencia.
Donde hay injusticia hay violencia. La noviolencia activa se propone atacar la violencia de raíz, es decir, eliminar las causas de la violencia y de la injusticia que la provocan. Hallar armas incruentas eficaces para entablar la batalla contra la injusticia es la tarea principal de la noviolencia.
El Antimilitarismo está fundamentalmente comprometido en la transformación noviolenta de la sociedad, en un cambio social radical. Esto implica reemplazar sistemas de dominación, opresión y dependencia con estructuras basadas en la participación, cooperación y satisfacción de todas las personas Para el antimilitarismo la filosofía de la noviolencia encarna las cualidades que deberían caracterizar la nueva sociedad. Y puesto que los medios de lucha configuran los fines perseguidos, l@s antimilitaristas consideramos que la noviolencia es la esperanza del futuro.
Uno de los objetivos antimilitaristas es la desmilitarización, considerando ésta como la intervención ciudadana contra el poder militar y la influencia de las instituciones en la vida pública y en las vidas de las personas, así como contra cualquier crecimiento de dicho poder.
En esta línea de acción antimilitarista se pueden favorecer aspectos clave (por ejemplo) como:
La no colaboración con la obtención de efectivos humanos para el ejército de leva o “voluntario”. Desobedeciendo al reclutamiento de recursos, hombres o mujeres para el ejército.
Objeción al gasto militar potenciando la objeción fiscal a través de la declaración de IRPF o negando partidas presupuestarias públicas a las fuerzas armadas.
Prohibición del comercio de armas y destrucción de arsenales militares.
Impidiendo la implantación de la industria militar y acometiendo la conversión de la existente. Con el fin de mantener los puestos de trabajo y dar una utilidad social a la infraestructura generada por las políticas de defensa militar, apoyando proyectos de conversión para transformar la tecnología e industria militar y derivar la investigacion científica hacia fines civiles y socialmente útiles.
Promocionando la objeción laboral al militarismo.
Desarme y disolución de cuerpos y fuerzas armadas.
Clausura de cárceles y centros de detención. Abolición del sistema penitenciario.
Prohibición de uso de suelo municipal, centros y espacios públicos (terrestres y aéreos) para fines militares.
Declaración oficial de municipios desmilitarizados.
Prohibición del almacenamiento o tránsito de armas convencionales, nucleares, químicas y biológicas.
Desmantelamiento de polígonos de tiro y devolución de campos de maniobras y otros territorios militarizados.
Recuperación y protección medioambiental de los mismos.
El abandono de las alianzas militares.
Hoy en día la noviolencia es la forma de lucha habitual de diferentes movimientos políticos y sociales pero de todos ellos destaca por la defensa que históricamente ha hecho de esta estrategia el Movimiento Antimilitarista.
Aún en contra de las corrientes belicistas, el desprecio o la incomprensión de parte del universo político el antimilitarismo no ha renunciado ha teorizar y aún mejor, poner en práctica permanente esta particular estrategia de acción. Y es que la noviolencia está profundamente enraizada en lo que es la historia del antimilitarismo. La objeción de conciencia y la insumisión son formas de acción noviolenta que han marcado un proceso amplio de movilizaciones antimilitaristas.
Precisamente uno de los principales logros de la dinámica de Insumisión ha sido, probablemente, sacar de los libros de filosofía política, filosofía del derecho, de ética y otras disciplinas... esa cosa llamada Desobediencia Civil llevándola a las calles, a los cuarteles, a los parlamentos, a los tribunales, o a las cárceles...
Aunque la Insumisión no ha sido, ni es, ni pretendía serlo, la única vía para la erradicación del militarismo de la faz de la tierra, sino tan sólo un grano de arena aportado a esa tarea.
La desobediencia civil es una especie de espejo en el que se reflejan algunas de las deficiencias del modelo de sociedad en el que vivimos.
¿Y QUÉ ES ESTO DEL ANTIMILITARISMO?
Si entendemos el militarismo como el instrumento del que se dota el Poder para imponerse y mantenerse (ejércitos y fuerzas policiales, control social y manipulación mediática, instituciones de sufrimiento y castigo como la cárcel, reglamentaciones coactivas de todo tipo: laborales, de enseñanza, de cultivo...) en el tiempo, se comprende que el antimilitarismo no es sólo la lucha contra la mili de aquí o allá, es la lucha contra la represión y el control social, el gasto armentístico, el intervencionismo falsamente humanitario, el reclutamiento profesional... es la lucha contra ese poder económico que se sustenta por la fuerza pero cada vez más, al menos en nuestras sociedades occidentales, por la coacción (políticas laborales, económicas, el espejismo de la felicidad consumista,etc) y la creación de consensos sociales con la ayuda de los medios de comunicación que les pertenecen.
El objetivo del antimilitarismo es la desmilitarización y la construcción de la paz pero de forma duradera. Una paz que puede ser entendida según su concepción más dinámica, como final de un proceso y no como una utopía inalcanzable. También es paz cada paso de la violencia hacia nuevas relaciones, de la injusticia hacia la dignidad, de la explotación hacia la liberación, de la indiferencia hacia la atención. Construir la paz es un reto inaplazable para todos los pueblos en la dirección de un modelo social radical la dirección de un modelo social radicalmente distinto resultante del enfrentamiento crítico con la realidad social. Una modelo social basado en la defensa coherente, entre medios y fines, de la participación y decisión colectiva, de la transmisión de valores y alternativas que garanticen un desarrollo social estable y sostenible.
El compromiso con la transformación del conflicto violento actúa sobre la realidad estructural de la desigualdad y la injusticia social. Intenta transformar el conflicto en una fuerza positiva que además de provocar cambios sociales reduzca las condiciones que alimentan el conflicto armado. La duración de los resultados dependerá del progreso en la solución de las causas del conflicto y la confianza germinada por el descubrimiento colectivo de que estos progresos se pueden conseguir sin violencia. Manteniendo las formas noviolentas en la raíz de nuestras propuestas presentes y en las futuras instituciones sociales, conseguiremos una paz duradera.
Y la noviolencia no consiste en condenar la violencia, sino en superarla. Se trata de una búsqueda de nuevas formas de organizarse, relacionarse y regular los conflictos de forma que la violencia sea superada. Se trata de romper con la espiral de sufrimiento.
Ser o actuar de forma noviolenta no significa enviar al infierno a todo aquel que haga uso de la violencia, significa investigar otras vías, proponer nuevas soluciones, ensayar métodos distintos. Por esta razón el punto de partida de la noviolencia es el análisis profundo de la violencia. Cuando se ha comprendido cada situación en la que se impone la violencia, entonces puede entenderse la aventura de la noviolencia.
Donde hay injusticia hay violencia. La noviolencia activa se propone atacar la violencia de raíz, es decir, eliminar las causas de la violencia y de la injusticia que la provocan. Hallar armas incruentas eficaces para entablar la batalla contra la injusticia es la tarea principal de la noviolencia.
El Antimilitarismo está fundamentalmente comprometido en la transformación noviolenta de la sociedad, en un cambio social radical. Esto implica reemplazar sistemas de dominación, opresión y dependencia con estructuras basadas en la participación, cooperación y satisfacción de todas las personas Para el antimilitarismo la filosofía de la noviolencia encarna las cualidades que deberían caracterizar la nueva sociedad. Y puesto que los medios de lucha configuran los fines perseguidos, l@s antimilitaristas consideramos que la noviolencia es la esperanza del futuro.
Uno de los objetivos antimilitaristas es la desmilitarización, considerando ésta como la intervención ciudadana contra el poder militar y la influencia de las instituciones en la vida pública y en las vidas de las personas, así como contra cualquier crecimiento de dicho poder.
En esta línea de acción antimilitarista se pueden favorecer aspectos clave (por ejemplo) como:
La no colaboración con la obtención de efectivos humanos para el ejército de leva o “voluntario”. Desobedeciendo al reclutamiento de recursos, hombres o mujeres para el ejército.
Objeción al gasto militar potenciando la objeción fiscal a través de la declaración de IRPF o negando partidas presupuestarias públicas a las fuerzas armadas.
Prohibición del comercio de armas y destrucción de arsenales militares.
Impidiendo la implantación de la industria militar y acometiendo la conversión de la existente. Con el fin de mantener los puestos de trabajo y dar una utilidad social a la infraestructura generada por las políticas de defensa militar, apoyando proyectos de conversión para transformar la tecnología e industria militar y derivar la investigacion científica hacia fines civiles y socialmente útiles.
Promocionando la objeción laboral al militarismo.
Desarme y disolución de cuerpos y fuerzas armadas.
Clausura de cárceles y centros de detención. Abolición del sistema penitenciario.
Prohibición de uso de suelo municipal, centros y espacios públicos (terrestres y aéreos) para fines militares.
Declaración oficial de municipios desmilitarizados.
Prohibición del almacenamiento o tránsito de armas convencionales, nucleares, químicas y biológicas.
Desmantelamiento de polígonos de tiro y devolución de campos de maniobras y otros territorios militarizados.
Recuperación y protección medioambiental de los mismos.
El abandono de las alianzas militares.
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