Por J.A. Montero publicado originalmente en la web del club de ajedrez Linex-Magic de Extremadura (España).
“...un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil”. (Julio Cortázar. “Rayuela”)
Cuando el gran escritor español Fernando Arrabal habló ante el Colegio de Patafísica hace algunos años para agradecer su nombramiento como Sátrapa, hizo hincapié en algo que la mayoría de los miembros no se había dado cuenta: que muchos de los sátrapas nombrados por el Colegio desde su creación en 1949 habían sido jugadores de ajedrez; y muy buenos jugadores, no simples jugadores de café: Boris Vian, Eugene Ionesco, Marcel Duchamp, Raymond Queneau, Max Ernst, Tristan Tzara... Y ahora él era nombrado, que también jugaba al ajedrez. “¡Ya es casualidad¡”, proclamó.
El término “patafísica” fue inventado por el escritor francés Alfred Jarry, una persona muy poco convencional que murió en 1907 a los treinta y cuatro años de edad, en la indigencia y estragado por el alcohol. Hasta mediados del siglo XX, la figura de Jarry no se tomaba demasiado en serio, y más bien iba unida a la excentricidad y a lo pintoresco, como sacado de la farsa con la que logró cierta fama, “Ubú rey”. Jarry empleó por primera vez la palabra “patafísica” en “Ubú cornudo”, pero donde desarrolló el concepto fue en “Gestos y opiniones del dr. Faustroll, patafísico”, novela publicada en 1911, cuatro años después de su muerte.
Esta novela relata el viaje de Faustroll por un París que no es París, como ocurre cuando soñamos con algo que a la vez no es. Acompañan a Faustroll en este viaje un mono Papión y el embargador de su casa, ya que el doctor tuvo que abondanarla por no poder pagar el alquiler –lo mejor que le pudo haber pasado nunca, según el doctor-. Solamente no pudieron embargarle, por imperativo legal, su cama de doce metros, con la que emprende la navegación por el París mágico que dibuja.
Una de las definiciones de patafísica de Faustroll, dice así: “La patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias que atribuye simbólicamente a las delineaciones de los cuerpos las propiedades de los objetos descritas por su virtualidad”. Interpretando los textos de Jarry, la patafísica aparece como el estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones, todo ello a la luz del humor crítico y del azar. Según Arrabal “es la ciencia que rige las excepciones, la disciplina sin disciplina que nos da soluciones imaginarias”. La idea central es la consideración de las leyes generales de la física como un conjunto de excepciones no excepcionales, y, en consecuencia, desprovistas de cualquier interés: la regla no es más que una excepción a la excepción.
Es a partir de la publicación de las obras completas de Jarry en 1948 y sobre todo tras la creación del Colegio de Patafísica de París en 1949, cuando el escritor francés comienza a ser considerado como un escritor de un talento enorme, y un auténtico precursor de muchos de los movimientos de vanguardia del siglo XX: Movimiento Dadá, Surrealismo, Teatro del Absurdo y Transvanguardia.
El College de Pataphysique se creó por la iniciativa de un grupo de intelectuales admiradores de Jarry con motivo del cincuentenario de la aparición del dr. Faustroll. En consonancia con las definiciones de patafísica, el Colegio de Patafísica se presentó a sí mismo como una “Sociedad de Investigaciones Eruditas e Inútiles”. En el Colegio se discutía muy seriamente por la ciencia de las soluciones imaginarias, siempre con el humor y la extravagancia como lugares comunes. Las jerarquías, por ejemplo –tomadas en su mayoría de la antigua nobleza polaca-, podrían ocupar un tratado completo: Curador Inamovible, Vicecurador Elegido, Rogador, Cuerpo de Proveedores, Cuerpo de Sátrapas, la Pospólita Castigatriz (una especie de Santo Oficio), la Orden de la Gran Barriga, Auditor real...
Por cierto, según lo definió Arrabal, un sátrapa en un transcendente que no ejerce ninguna función, ni tiene ningún papel, ni negativo ni positivo, ni está sometido a ninguna regla. Actúa patafísicamente con su sola presencia o incluso con su ausencia.
Como dijo un patafísico, lo importante en el Colegio no es lo que se haga o lo que no se haga, sino que lo importante son los cargos. Si no, que se lo digan a ese gran personaje y patafísico argentino llamado Juan Esteban Fassio, que fue nombrado Proveedor Propagador del Colegio en la Membresía Americana y Administrador Antártico, con la misión de conseguir del Gobierno Argentino la declaración de la Patafísica como ciencia de inutilidad social. Que se sepa, dicha misión no parece que fuera coronada por el éxito.
El Colegio de Patafísca se “ocultó” durante un periodo de tiempo. Para celebrar su “Desocultación” en abril de 2000, se anunció una exposición de “Agujeros, Nadas y Espejismos”. No parece que los que intentaron ver esta exposición pudieran ver nada. Como le dijo una alumna a un conferenciante que disertaba sobre Patafísica después de una hora de charla: “Oiga, ¿realmente esto de que habla es en serio, o nos está usted tomando el pelo?”. La respuesta puede deducirse por la calidad de quienes participaron de una u otra forma en el Colegio.
A los ya mencionados por Arrabal, hay que añadir a Raymond Queneau, Jacques Prevert, Joan Miró, René Clair, Man Ray, Jean Dubuffet, Mac Olan, Italo Calvino, Darío Fo, Umberto Eco, el mismo Julio Cortázar (quien tuvo que abandonar el ajedrez porque le ocupaba mucho tiempo), que se interesó por la patafísica: “Con la Maga hablábamos de patafísica hasta cansarnos, porque a ella también le ocurría (y nuestro encuentro era eso, y tantas cosas oscuras como el fósforo) caer de continuo en las excepciones...”: Fragmento de “Rayuela”, una de las novelas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Y muchos otros.
Como se puede apreciar, muchos de los que de algún modo participaron en el Colegio fueron lo más granado de la cultura europea del siglo XX. También, podría darse a la alumna una respuesta muy patafísica en relación con la supuesta seriedad de “la cosa”: como dijo una vez Man Ray, “al final, lo serio y lo no serio no son sino lo mismo”.
Y de entre los que hemos mencionado, los sátrapas que constituían la legión de jugadores de ajedrez: Marcel Duchamp, el de “la partida eterna de ajedrez”, según lo definió Breton. El genial artista, tan influyente como Picasso, el gran innovador y a la vez transgresor de las artes del siglo XX –con varias obras sobre jugadores de ajedrez-, que a partir de los veinticinco años se dedicó casi por completo al ajedrez, luchando incluso por el Campeonato de Francia.
Como dijo una vez: Duchamp, “el ajedrez tiene toda la belleza del arte y mucho más. No puede ser comercializado. El ajedrez es más puro que el arte en su posición social”.
Tristan Tzara, el creador e inspirador del Movimiento Dadá, que tanta influencia ha tenido en las artes y en la cultura: jugaba en los cafés suizos al ajedrez con todo el que se dejaba, incluso llegó a hacerlo con el propio Lenin, gran aficionado, durante su exilio en el país helvético.
Boris Vian, el maravilloso y polifacético artista (escritor, músico, actor, cantautor) que encandiló a los jóvenes de los 50 y 60 y que escribió obras maestras de la novela negra, con el sobrenombre entre otros de Vernon Sullivan, como la de “Escupiré sobre vuestras tumbas”, la novela del blanco que era negro y que mató por venganza.
Vamos a ver ahora una respuesta patafísica de Vian a una pregunta durante una entrevista:
Pregunta: En un número de los Cuadernos de Patafísica, se publicó una foto de usted cuando tenía un año, en la que aparece desnudo y recién arrancado del sueño. ¿No sintió algún escrúpulo al entregarse así, en plena inocencia, a los colmillos de lectores y lectoras?
Respuesta: No, porque es un estado completamente temporal. Por ahora, es una opinión personal. Tal ver será adoptada por el Colegio un día, pero para mí, los niños no existen. Los niños son estados transitorios hacia los adultos, son estados intermedios y, por eso mismo, casi virtuales. En consecuencia, la foto en la que aparezco completamente desnudo sentado en una silla es la foto de un objeto virtual, puesto que dejó de existir hace mucho tiempo. Es, en suma, la foto de un fantasma, y la foto de un fantasma no puede chocar a nadie.
Pura patafísica la del genial (y buen jugador de ajedrez) Boris Vian. Desde luego, esta respuesta patafísica, si se hubiera dicho en la España de hoy, donde los niños sí que existen y mucho, porque además son cielos y cariños y para ti todo lo que quieras corazón, no hubiera gustado demasiado.
Eugene Ionesco, otro sátrapa ajedrecista, padre del teatro del absurdo junto a Samuel Beckett. Como se dijo de él, hacía "de un texto burlesco, un juego dramático; y de un texto dramático un juego burlesco"...
Max ErnstMax Ernst, otro de los sátrapas mencionados por Arrabal, junto con Masson, Miró y Dalí, formó la vanguardia de la corriente pictórica del Surrealismo, y fue un artista enormemente fructífero e innovador hasta su muerte.
Por supuesto, no hay que olvidar a uno de los últimos Sátrapas y que es un auténtico apóstol del ajedrez a la vez que una de las figuras más importantes de la literatura: Fernando Arrabal, a quien ya nos hemos referido. Desde hace más de treinta años, el melillense realiza la crónica de ajedrez del semanario italiano L’Espresso. Arrabal es un dramaturgo, poeta, novelista, director de cine, fotógrafo, dibujante, ajedrecista, que ha logrado premios y galardones en toda Europa, y que aquí, en su país, en un estilo patafísico muy de pueblo, todavía sigue considerado como una especie de excepción.
En la patafísica confluyeron bastantes de los artistas y escritores más destacados de las turbulentas aguas de las artes y de la cultura del siglo XX. Muchos de ellos se apasionaron por el ajedrez, escribieron sobre él, le encontraron un sentido mágico o estético, lo utilizaron como modelo de inspiración y todos en suma se acercaron con respeto y admiración a este juego. Sin embargo, y en contraposición a esta idea de los artistas que formaron y dieron pie a las más atrevidas vanguardias, la opinión que tiene la mayoría de la gente todavía sobre el ajedrez es que es un juego extremadamente tranquilo, apto para paciencias muy perfeccionadas, con pocas emociones y de muy escasos alicientes. ¡Ya es casualidad¡, como diría el gran Fernando Arrabal.
“...un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil”. (Julio Cortázar. “Rayuela”)
Cuando el gran escritor español Fernando Arrabal habló ante el Colegio de Patafísica hace algunos años para agradecer su nombramiento como Sátrapa, hizo hincapié en algo que la mayoría de los miembros no se había dado cuenta: que muchos de los sátrapas nombrados por el Colegio desde su creación en 1949 habían sido jugadores de ajedrez; y muy buenos jugadores, no simples jugadores de café: Boris Vian, Eugene Ionesco, Marcel Duchamp, Raymond Queneau, Max Ernst, Tristan Tzara... Y ahora él era nombrado, que también jugaba al ajedrez. “¡Ya es casualidad¡”, proclamó.
El término “patafísica” fue inventado por el escritor francés Alfred Jarry, una persona muy poco convencional que murió en 1907 a los treinta y cuatro años de edad, en la indigencia y estragado por el alcohol. Hasta mediados del siglo XX, la figura de Jarry no se tomaba demasiado en serio, y más bien iba unida a la excentricidad y a lo pintoresco, como sacado de la farsa con la que logró cierta fama, “Ubú rey”. Jarry empleó por primera vez la palabra “patafísica” en “Ubú cornudo”, pero donde desarrolló el concepto fue en “Gestos y opiniones del dr. Faustroll, patafísico”, novela publicada en 1911, cuatro años después de su muerte.
Esta novela relata el viaje de Faustroll por un París que no es París, como ocurre cuando soñamos con algo que a la vez no es. Acompañan a Faustroll en este viaje un mono Papión y el embargador de su casa, ya que el doctor tuvo que abondanarla por no poder pagar el alquiler –lo mejor que le pudo haber pasado nunca, según el doctor-. Solamente no pudieron embargarle, por imperativo legal, su cama de doce metros, con la que emprende la navegación por el París mágico que dibuja.
Una de las definiciones de patafísica de Faustroll, dice así: “La patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias que atribuye simbólicamente a las delineaciones de los cuerpos las propiedades de los objetos descritas por su virtualidad”. Interpretando los textos de Jarry, la patafísica aparece como el estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones, todo ello a la luz del humor crítico y del azar. Según Arrabal “es la ciencia que rige las excepciones, la disciplina sin disciplina que nos da soluciones imaginarias”. La idea central es la consideración de las leyes generales de la física como un conjunto de excepciones no excepcionales, y, en consecuencia, desprovistas de cualquier interés: la regla no es más que una excepción a la excepción.
Es a partir de la publicación de las obras completas de Jarry en 1948 y sobre todo tras la creación del Colegio de Patafísica de París en 1949, cuando el escritor francés comienza a ser considerado como un escritor de un talento enorme, y un auténtico precursor de muchos de los movimientos de vanguardia del siglo XX: Movimiento Dadá, Surrealismo, Teatro del Absurdo y Transvanguardia.
El College de Pataphysique se creó por la iniciativa de un grupo de intelectuales admiradores de Jarry con motivo del cincuentenario de la aparición del dr. Faustroll. En consonancia con las definiciones de patafísica, el Colegio de Patafísica se presentó a sí mismo como una “Sociedad de Investigaciones Eruditas e Inútiles”. En el Colegio se discutía muy seriamente por la ciencia de las soluciones imaginarias, siempre con el humor y la extravagancia como lugares comunes. Las jerarquías, por ejemplo –tomadas en su mayoría de la antigua nobleza polaca-, podrían ocupar un tratado completo: Curador Inamovible, Vicecurador Elegido, Rogador, Cuerpo de Proveedores, Cuerpo de Sátrapas, la Pospólita Castigatriz (una especie de Santo Oficio), la Orden de la Gran Barriga, Auditor real...
Por cierto, según lo definió Arrabal, un sátrapa en un transcendente que no ejerce ninguna función, ni tiene ningún papel, ni negativo ni positivo, ni está sometido a ninguna regla. Actúa patafísicamente con su sola presencia o incluso con su ausencia.
Como dijo un patafísico, lo importante en el Colegio no es lo que se haga o lo que no se haga, sino que lo importante son los cargos. Si no, que se lo digan a ese gran personaje y patafísico argentino llamado Juan Esteban Fassio, que fue nombrado Proveedor Propagador del Colegio en la Membresía Americana y Administrador Antártico, con la misión de conseguir del Gobierno Argentino la declaración de la Patafísica como ciencia de inutilidad social. Que se sepa, dicha misión no parece que fuera coronada por el éxito.
El Colegio de Patafísca se “ocultó” durante un periodo de tiempo. Para celebrar su “Desocultación” en abril de 2000, se anunció una exposición de “Agujeros, Nadas y Espejismos”. No parece que los que intentaron ver esta exposición pudieran ver nada. Como le dijo una alumna a un conferenciante que disertaba sobre Patafísica después de una hora de charla: “Oiga, ¿realmente esto de que habla es en serio, o nos está usted tomando el pelo?”. La respuesta puede deducirse por la calidad de quienes participaron de una u otra forma en el Colegio.
A los ya mencionados por Arrabal, hay que añadir a Raymond Queneau, Jacques Prevert, Joan Miró, René Clair, Man Ray, Jean Dubuffet, Mac Olan, Italo Calvino, Darío Fo, Umberto Eco, el mismo Julio Cortázar (quien tuvo que abandonar el ajedrez porque le ocupaba mucho tiempo), que se interesó por la patafísica: “Con la Maga hablábamos de patafísica hasta cansarnos, porque a ella también le ocurría (y nuestro encuentro era eso, y tantas cosas oscuras como el fósforo) caer de continuo en las excepciones...”: Fragmento de “Rayuela”, una de las novelas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Y muchos otros.
Como se puede apreciar, muchos de los que de algún modo participaron en el Colegio fueron lo más granado de la cultura europea del siglo XX. También, podría darse a la alumna una respuesta muy patafísica en relación con la supuesta seriedad de “la cosa”: como dijo una vez Man Ray, “al final, lo serio y lo no serio no son sino lo mismo”.
Y de entre los que hemos mencionado, los sátrapas que constituían la legión de jugadores de ajedrez: Marcel Duchamp, el de “la partida eterna de ajedrez”, según lo definió Breton. El genial artista, tan influyente como Picasso, el gran innovador y a la vez transgresor de las artes del siglo XX –con varias obras sobre jugadores de ajedrez-, que a partir de los veinticinco años se dedicó casi por completo al ajedrez, luchando incluso por el Campeonato de Francia.
Como dijo una vez: Duchamp, “el ajedrez tiene toda la belleza del arte y mucho más. No puede ser comercializado. El ajedrez es más puro que el arte en su posición social”.
Tristan Tzara, el creador e inspirador del Movimiento Dadá, que tanta influencia ha tenido en las artes y en la cultura: jugaba en los cafés suizos al ajedrez con todo el que se dejaba, incluso llegó a hacerlo con el propio Lenin, gran aficionado, durante su exilio en el país helvético.
Boris Vian, el maravilloso y polifacético artista (escritor, músico, actor, cantautor) que encandiló a los jóvenes de los 50 y 60 y que escribió obras maestras de la novela negra, con el sobrenombre entre otros de Vernon Sullivan, como la de “Escupiré sobre vuestras tumbas”, la novela del blanco que era negro y que mató por venganza.
Vamos a ver ahora una respuesta patafísica de Vian a una pregunta durante una entrevista:
Pregunta: En un número de los Cuadernos de Patafísica, se publicó una foto de usted cuando tenía un año, en la que aparece desnudo y recién arrancado del sueño. ¿No sintió algún escrúpulo al entregarse así, en plena inocencia, a los colmillos de lectores y lectoras?
Respuesta: No, porque es un estado completamente temporal. Por ahora, es una opinión personal. Tal ver será adoptada por el Colegio un día, pero para mí, los niños no existen. Los niños son estados transitorios hacia los adultos, son estados intermedios y, por eso mismo, casi virtuales. En consecuencia, la foto en la que aparezco completamente desnudo sentado en una silla es la foto de un objeto virtual, puesto que dejó de existir hace mucho tiempo. Es, en suma, la foto de un fantasma, y la foto de un fantasma no puede chocar a nadie.
Pura patafísica la del genial (y buen jugador de ajedrez) Boris Vian. Desde luego, esta respuesta patafísica, si se hubiera dicho en la España de hoy, donde los niños sí que existen y mucho, porque además son cielos y cariños y para ti todo lo que quieras corazón, no hubiera gustado demasiado.
Eugene Ionesco, otro sátrapa ajedrecista, padre del teatro del absurdo junto a Samuel Beckett. Como se dijo de él, hacía "de un texto burlesco, un juego dramático; y de un texto dramático un juego burlesco"...
Max ErnstMax Ernst, otro de los sátrapas mencionados por Arrabal, junto con Masson, Miró y Dalí, formó la vanguardia de la corriente pictórica del Surrealismo, y fue un artista enormemente fructífero e innovador hasta su muerte.
Por supuesto, no hay que olvidar a uno de los últimos Sátrapas y que es un auténtico apóstol del ajedrez a la vez que una de las figuras más importantes de la literatura: Fernando Arrabal, a quien ya nos hemos referido. Desde hace más de treinta años, el melillense realiza la crónica de ajedrez del semanario italiano L’Espresso. Arrabal es un dramaturgo, poeta, novelista, director de cine, fotógrafo, dibujante, ajedrecista, que ha logrado premios y galardones en toda Europa, y que aquí, en su país, en un estilo patafísico muy de pueblo, todavía sigue considerado como una especie de excepción.
En la patafísica confluyeron bastantes de los artistas y escritores más destacados de las turbulentas aguas de las artes y de la cultura del siglo XX. Muchos de ellos se apasionaron por el ajedrez, escribieron sobre él, le encontraron un sentido mágico o estético, lo utilizaron como modelo de inspiración y todos en suma se acercaron con respeto y admiración a este juego. Sin embargo, y en contraposición a esta idea de los artistas que formaron y dieron pie a las más atrevidas vanguardias, la opinión que tiene la mayoría de la gente todavía sobre el ajedrez es que es un juego extremadamente tranquilo, apto para paciencias muy perfeccionadas, con pocas emociones y de muy escasos alicientes. ¡Ya es casualidad¡, como diría el gran Fernando Arrabal.
sobre lo lindo o feo del camino aparece la inutilidad de lo útil que esto me parece pero la patafísica la escribió sabiendo o no sabiendo Cervantes.
ResponderEliminarYace aqui el hidalgo fuerte
que a tanto extremo llegó de valiente
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco
fué el espantajo y el coco
del mundo
y acreditó su ventura
morir cuerdo
y vivir loco