Una teoría de Todo

La siguiente es la "nota para el lector" del libro "Una teoría de Todo" de Ken Wilber. Realmente un libro interesante, recomiendo su lectura.

NOTA PARA EL LECTOR

¿Cuál es, al despuntar el nuevo milenio, el más candente de los problemas intelectuales? ¿Cuál es el ítem que despierta el in¬terés de la academia y de revistas tan eruditas como Atlantic Re¬view y el New Yorker? ¿Cuál es el tema que atrapa la atención tanto del especialista como del gran público? ¿Acaso se escon¬den ahí los arcanos más secretos de la condición humana? ¿Cuá¬les son las nuevas ideas con que nos deslumbrarán quienes andan "en el ajo"?
Habría quien dirían que se trata de la psicología evolutiva, es decir, la aplicación de los principios de la evolución al estudio de la conducta humana: como usted sabe, los hombres somos se¬xualmente promiscuos, mientras que las mujeres, por su parte, son creadoras de nidos porque millones de años de selección na¬tural nos han hecho así. Y es muy cierto que la psicología evolu¬tiva se ha convertido en un ítem candente, porque ha logrado arrinconar al postmodernismo -el megahit de las últimas tres dé¬cadas- hasta el punto de que hoy en día sólo despierta bostezos. ¿No les parece irónico que el postmodernismo -que había logra¬do su enorme cohorte de seguidores gracias a su capacidad para deconstruir las ideas ajenas y proclamarse así en el rey del mun¬do académico- forme ya parte del ayer?
La psicología evolutiva consiguió "mover el piso" de los es¬pecialistas en "mover el piso", y lo hizo mostrando que los prin¬cipios de la evolución nos proporcionan explicaciones mucho más sugestivas de la conducta humana que la monótona cantine¬la postmoderna de que toda conducta es culturalmente relativa y se ve socialmente construida. Porque el hecho es que la psicolo¬gía evolutiva explicitó los principios universales de la condición humana, evidenció que sólo es posible negar la evolución abra¬zando la incoherencia... y puso de relieve que, a fin de cuentas, el postmodernismo tampoco resultaba tan divertido.
La psicología evolutiva es una de las ramas de una perspectiva radicalmente nueva sobre la evolución. La síntesis neodarwiniana anterior consideraba la evolución como el resultado de la acumu¬lación de las mutaciones genéticas azarosas que tienen mayor va¬lor de supervivencia, pero eran muchos los que no se hallaban sa¬tisfechos con esa explicación. ¿Cómo puede la extraordinaria vitalidad y diversidad de la vida proceder de un universo exclusi¬vamente gobernado por las leyes de la física, leyes que afirman tajantemente -recordemos el segundo principio de la termodiná¬mica- que el universo se halla sumido en un proceso de degrada¬ción continua y que el grado de desorden es cada vez mayor? Porque el hecho es que la simple observación pone de manifies¬to que, en el mundo real, la vida genera orden por doquier, como si el universo no se hallara en proceso de descomposición sino, muy al contrario, de creación.
Las teorías del "caos" y de la "complejidad" aportaron una nue¬va y revolucionaria visión, según la cual el universo físico tiende a crear orden, como el remolino que genera el agua al irse por un de¬sagüe. La vida biológica se halla inmersa en una serie de vórtices que parecen introducir orden en el caos y posibilitar la emergencia, a cada nuevo paso, de estructuras cada vez más ordenadas me¬diante diversos procesos de selección que operan a todos los nive¬les, desde el físico hasta el cultural. Ésta es, precisamente, en el do¬minio humano, la conducta estudiada por la nueva psicología evolutiva, un tópico realmente muy interesante.
Pero, por más interesante que sea, la psicología evolutiva no es el tema más candente de nuestro tiempo. Desde comienzos de los ochenta y a lo largo de un proceso que experimentó un cres¬cendo a finales de los noventa, el mundo de la física se vio sacu¬dido por el rumor de la aparición de una nueva teoría de todo [una TOE],* una teoría destinada a unificar todas las leyes cono¬cidas del universo en un único y omniabarcador modelo que ex¬plicaría literalmente la totalidad de la existencia. Hubo incluso quienes dijeron que, en su formulación matemática, podía adver¬tirse la misma mano de Dios, otros proclamaban que se había descorrido el velo que ocultaba el último misterio y la gran ma¬yoría creía en silencio que la respuesta final a todas las preguntas no andaba muy lejos.
Conocida con el nombre de teoría de cuerdas (o, más exacta¬mente, como teoría-M), esa visión prometía unificar todos los ámbitos conocidos de la física -el electromagnetismo, las fuerzas nucleares y la gravedad- en un supermodelo que lo abarcaría todo. Las unidades fundamentales de ese supermodelo son cono¬cidas con el nombre de "cuerdas" (o cuerdas vibrantes unidimen¬sionales) y su vibración da origen a las "notas" que constituyen la totalidad de partículas y fuerzas conocidas del cosmos.
La teoría-M (según se dice, la "M" lo representa todo, desde matriz hasta membrana, misterio o madre, configurando así una suerte de "madre de todas las teorías") es, de hecho, un modelo muy excitante y prometedor, y si finalmente se demuestra que funciona -y hay que decir, en este sentido, que la evidencia pare¬ce corroborarla-, se trataría de uno de los principales descubri¬mientos científicos de todos los tiempos. Por ello, para los enten¬didos, la teoría de cuerdas o teoría-M es el más candente de todos los modelos intelectuales, un revolucionario supermodelo que destierra a la psicología evolutiva al rincón de lo meramente anecdótico.
La teoría-M ha llegado incluso a influir en el mismo pensa¬miento de los intelectuales, es decir, les ha llevado a pensar de un
* He preferido mantener la abreviatura del término original inglés Theoj.ee of Ere;.vthing. (N. del T )
modo diferente. Pero ¿qué significaría, a fin de cuentas, una teo¬ría que lo explicase todo? ¿Y qué significa, exactamente, "todo"? ¿Acaso esta nueva teoría física puede llegar a explicar, ponga¬mos por caso, la poesía humana, el funcionamiento de la econo¬mía o los distintos estadios del desarrollo psicosexual? ¿Es que acaso esta nueva física puede explicar el flujo de los ecosistemas, la dinámica de la historia o por qué las guerras siguen siendo tan lamentablemente frecuentes?
Según se dice, en el interior de los quarks existen cuerdas vi¬brantes que constituyen las unidades fundamentales que hay de¬trás de todo. Pero, si esto fuera así, se trataría de una totalidad ex¬traña y más bien anémica, bastante ajena, por otra parte, a la riqueza del mundo cotidiano. Es muy posible que las cuerdas constituyan una parte importante -y hasta fundamental- del mundo, pero en ningún caso parece que se trate de un asunto muy significativo. Usted y yo sabemos que, si las cuerdas existen, sólo constituyen una pequeña parte de la imagen global, y lo sa¬bemos cada vez que echamos un vistazo a nuestro alrededor, cada vez que escuchamos a Bach, hacemos el amor, nos asusta¬mos por el fragor de un trueno, nos extasiamos ante una puesta de sol o contemplamos un mundo resplandeciente que parece com¬puesto por algo mucho mayor que esas delgadas bandas unidi¬mensionales microscópicas...
Los griegos tenían una hermosa palabra -Kosmos- para refe¬rirse a la Totalidad ordenada de la existencia, una totalidad que incluía los reinos físicos, emocionales, mentales y espirituales. Desde su punto de vista, la realidad última, pues, no era tanto el cosmos (la dimensión estrictamente física) como el Kosmos (que incluye las dimensiones físicas, emocionales, mentales y espiri¬tuales). El Kosmos no se refería sólo a la materia inanimada e in¬sensible, sino a la Totalidad viva compuesta por la materia, el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu. ¡Si debe existir una autén¬tica TOE, ésa no debe centrarse exclusivamente en el cosmos sino en el Kosmos! Lo que ocurre es que la modernidad ha aca¬bado reduciendo el Kosmos al cosmos, la totalidad compuesta de materia-cuerpo-mente-alma-y-espíritu a la materia hasta el punto de que, en el mundo insípido y anodino del materialismo cientí¬fico, nos conformamos con la idea de que una teoría que unifique la dimensión física realmente es una TOE...
Según se dice, la nueva física nos revela la mente de Dios y tal vez sea así... pero sólo cuando Dios esté pensando en la mera materia. Preguntémonos, pues -sin negar por ello, en modo algu¬no, la importancia de una física unificada- si acaso podemos dis¬poner de una teoría que no se limite al cosmos sino que tenga re¬almente en cuenta al Kosmos. ¿Acaso puede haber una auténtica TOE?, ¿es legítimo preguntarse estas cosas? y, en tal caso ¿por dónde tendríamos que comenzar?
Una verdadera "visión integral" -una auténtica TOE- debería incluir la materia, el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu tal y como se nos presentan en su despliegue a través del yo, la cultura y la naturaleza. Debería tratarse de una visión comprehensiva, equilibrada e inclusiva, una visión que abrazase la ciencia, el arte y la moral, una visión que englobase todas las disciplinas (desde la física hasta la espiritualidad, la biología, la estética, la sociología y la oración contemplativa) y se expresase a través de una política integral, una medicina integral, una espiritualidad integral...
Este libro presenta un esbozo de tal TOE y, en este sentido, está plagado de limitaciones, es decir, de generalizaciones injus¬tificadas que impiden, en consecuencia, que alcance su objetivo manifiesto de un abrazo auténticamente holístico. Pero no es sólo que la empresa se encuentre más allá de cualquier mente huma¬na, sino que es prácticamente imposible de llevar a cabo, ya que el conocimiento crece a una velocidad mucho mayor que nuestra capacidad de conceptualizarlo. La búsqueda holística, pues, es una especie de quimera, un viaje interminable hacia un horizon¬te que se desplaza al mismo ritmo que nosotros, una marmita lle¬na de oro al final de un arco iris que nunca alcanzaremos.
¿Pero por qué, si esto es así, deberíamos preocuparnos siquie¬ra por embarcarnos en esa tarea? Porque, en mi opinión, un poco de totalidad es mejor que nada y cualquier visión integral nos brinda mucha más totalidad que la alternativa acostumbrada de las meras visiones chatas. Podemos estar más completos o menos completos, más fragmentados o menos fragmentados, más alie¬nados o menos alienados y, en este sentido, una visión integral nos ayuda a sanar nuestra fragmentación y ser un poco más com¬pletos en nuestro trabajo, en nuestra vida y en nuestro destino.
Además, y como veremos en las próximas páginas, una visión integral puede proporcionarnos beneficios inmediatos. En los primeros cuatro capítulos presentamos una TOE y en los últimos tres hablamos de una política integral, de una educación integral, de una medicina integral, de una espiritualidad integral y de una visión integral del mundo de los negocios (campos en los que, por cierto, ya se está trabajando entusiásticamente), subrayando así su relevancia en el "mundo real". El último capítulo se centra en una "práctica transformadora integral", un abordaje integral a la transformación psicológica y espiritual que puede emprender cualquier lector interesado.
(Las notas finales son para los estudiantes avanzados o para una segunda lectura. Y, en el último capítulo, presento una serie de lecturas recomendadas para todos aquellos que quieran pro¬fundizar en una visión integral y en una TOE.)
Este libro es el hermano gemelo de Boomeritis, porque creo que el mundo, en general, y mi generación, en particular, ha llega¬do a una encrucijada clave en la que, o bien seguimos el camino marcado por el materialismo científico, el pluralismo fragmentado y el postmodemismo deconstructivo o bien elegimos un camino más integral, global, abarcador e inclusivo. Así pues, Boomeritis y Una teoría de todo parten del mismo punto (el primer capítulo y la mitad del segundo son prácticamente idénticos), pero luego Boo¬meritis se ocupa de investigar el camino que hemos seguido has¬ta el momento, el camino de la fragmentación y la alineación, mientras que Una teoría de todo se dedica a explorar el camino alternativo del holismo y el abrazo integrador. La decisión final, obviamente, depende de todos nosotros.
Quisiera, para finalizar, señalar que las ideas esbozadas en las páginas siguientes no son más que meras sugerencias. Convendría, pues, que el lector viera si esas ideas tienen sentido para él, si pue¬de enriquecerlas y si le ayudan a actualizar sus propias ideas y as¬piraciones más integrales. En cierta ocasión tuve un profesor que decía que una buena teoría es aquella «que dura lo suficiente como para alcanzar otra todavía mejor» y lo mismo podríamos decir con respecto a "una buena TOE". Ésta no es una teoría fija y cerrada, sino simplemente una teoría que sólo habrá servido con su cometi¬do cuando le permita alcanzar otra mejor. Entretanto, disfrutemos de la maravilla y la gloria de la misma búsqueda, una búsqueda sa¬turada desde el comienzo del resplandor del ser y consumada antes incluso de haberla emprendido.

Ken Wilver
Boulder, Colorado Primavera del 2000

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