Este bello texto poético, ilustra aquel impulso libertario que desde tiempos inmemoriables marca la diferencia ante el poder concentrado e injusto.
Nací con la primera revuelta insumisa, inquieta, desgreñada Me construí a mi misma desnuda, bella, irreverente. Desde mis huesos inermes partió la primera blasfemia hacia el creador... Me negué a ser sometida, dirigida, apadrinada. Me transformé en apóstata fui acusada de irreligion. Fui condenada, pero mis alas eran de fénix, y en raudo abandoné las hogueras y atravesé los océanos... Vi yugos por dondequiera, calambres y hambre, parlamentos y lamentos, aprendí la desesperación. Cavé con las uñas una trinchera de sueños y me embriagué con esa pandilla de niños locos, poetas náufragos allá en España del treinta y seis... Miré a la izquierda, miré a la derecha y vi rostros sucios ocultos tras limpios uniformes vertiendo la sangre de los pueblos en nombre de la justicia, la dialéctica y otras empalagosas quintaesencias... Y tomé la rabia Y la afilé y lanzé truenos contra los tronos, enemiga de los gobiernos, enemiga de las patrias, enemiga del dolor. Abrazo al mundo, vivo y no ruego, amo y resisto sus tiranias. ¡¡¡Soy la Anarquia!!!
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