10 mitos sexuales masculinos
es bueno estar enterado de estas cosas...
1. La masturbación afecta
A lo largo de incontables décadas se han extendido conceptos como que la masturbación puede generar infertilidad, disfunción eréctil, acné, ceguera, sordera, mongolismo, locura, epilepsia, crecimiento de vello en las palmas de las manos, “hunde” a los ojos y les quita brillo, agota a los músculos, perjudica a la memoria y la capacidad de pensar, degenera tejidos y nervios y, cuando se abusa, muerte prematura.
Simplemente el hecho de ser tachada de pecado es suficiente para que muchos practicantes se sientan sucios y que su imagen de caballero se vea afectada, aunque sea hacia sí mismo. Lo cierto es que muchos sexólogos coinciden en señalar que la represión a la que es sometido el menor que se masturba generará dificultades posteriores, tanto en su vida sexual como en otras funciones psíquicas. Por ejemplo, hacerlo a escondidas y con toda prisa es uno de los antecedentes de eyaculación precoz, entendiendo ésta como la incapacidad persistente para obtener y mantener la erección del órgano masculino que le permita tener relaciones sexuales satisfactorias.
Ahora bien, debido a que en cada orgasmo el cuerpo libera endorfinas (hormonas que contribuyen a la relajación) —comprobado científicamente—, la masturbación es aconsejable para reducir estrés y ansiedad, y como ayuda a conciliar el sueño. Además, brinda la oportunidad de conocer y apreciar el propio cuerpo, lo que permite mejor autocontrol ante el orgasmo.
Es importante dejar claro que cuando es la única forma de lograr placer sexual, o si genera sentimientos de culpa y ansiedad, se recomienda acudir al psicólogo o psiquiatra.
2. Sólo un pene grande satisface a la mujer
La más reciente encuesta sobre sexualidad que patrocina una firma de condones señala que sólo 10% de las mujeres da importancia al tamaño del miembro de su pareja, y que el porcentaje restante está convencido de que su satisfacción sexual no depende de ello; es más, el mismo estudio señala que 98% de las féminas opina que un pene mayor a 20 centímetros les asusta o impresiona.
En realidad muy pocos hombres se interesan en saber que la zona más sensible de la vagina se encuentra en los dos primeros centímetros de la entrada (vulva); de manera que un pene de apenas 6 centímetros puede pasar los 3 centímetros (en promedio) de los labios vulvares y llegar a los dos primeros del órgano femenino con toda comodidad; ahora bien, mediante rozamiento, un miembro viril más ancho estimula estos primeros centímetros.
No debemos olvidar que la vagina está compuesta por tejidos musculares que se contraen al ser estimulada, y es capaz de presionar y adaptarse al tamaño promedio del pene; igualmente, el clítoris (que se considera el punto más sensible de los genitales femeninos), reacciona directamente al tacto, lo que hace que ellas gocen esta experiencia tanto como la misma penetración.
Finalmente, para los interesados en el tema podemos decir que a nivel mundial el promedio del tamaño del pene en estado de flacidez es 8.85 centímetros y erecto 16.4, con diámetro de 4.1.
3. La vasectomía reduce el apetito sexual
Cientos de parejas que acuden por voluntad propia a solicitar esta cirugía anticonceptiva se han abierto totalmente a disfrutar su sexualidad al saber que no corren riesgo de embarazo. La vasectomía consiste en sencilla intervención quirúrgica realizada por el urólogo —médico especializado en los genitales masculinos— que requiere aproximadamente 20 minutos y la aplicación de anestesia local.
El objetivo es impedir el paso de los espermatozoides, a partir de pequeña incisión en el escroto (piel que recubre a los testículos) de entre 1 y 2 centímetros, en la zona donde se localizan los conductos deferentes (tubos que transportan semen) que son cortados, para posteriormente ligar las puntas y coser nuevamente el escroto. Una vez concluida la operación, el paciente puede salir caminando y continuar con sus actividades normales, ya que el procedimiento y el periodo de recuperación no causan molestias.
Es falso considerar que durante la vasectomía se cortarán tejidos importantes en el funcionamiento del órgano viril, como algunos creen, y que ese es el primer paso para desarrollar disfunción eréctil, eyaculación precoz o algún tipo de cáncer, como el de próstata o testículos.
Lo que debemos destacar es que la producción de espermatozoides no se suspende con la vasectomía, de forma que después de la intervención quirúrgica queda almacenada gran cantidad de esperma en las vesículas seminales, por lo que es necesario que la pareja se proteja con algún método anticonceptivo durante los siguientes 15 o 20 encuentros sexuales en los que el varón eyacule; después de éstos el riesgo se acaba.
Igualmente importante es saber que este método no es un escudo contra sida u otras enfermedades de transmisión sexual, por lo que el individuo sometido a la vasectomía debe contemplar las precauciones acostumbradas si sostiene relaciones riesgosas.
4. Una mujer virgen siempre sangra en su primera relación
El himen es una membrana elástica que bordea a la pared vaginal y cubre la entrada del órgano, y durante siglos se pensó que la única manera de romperlo era mediante la penetración del miembro viril, la cual provocaría dolor y sangrado a la mujer. Actualmente sabemos que puede haber mujeres que nacen sin este fino tejido, o bien que puede desgarrarse mediante fuerte caída o algún golpe que lesione a la vulva, excesivo flujo menstrual, así como durante exploración ginecológica, por masturbación con inserción de dedos u objetos, al abrir las piernas violentamente durante la práctica de algún deporte —gimnasia, tenis, natación, montar bicicleta o caballo—, y por caricias genitales con demasiada presión, entre otros.
Asimismo, la Medicina ha comprobado que hay mujeres que tienen relaciones sexuales y pueden conservar su himen íntegro, pues en ocasiones éste llega a ser tan flexible que permanece sin daño a pesar del coito. Es así que no existe forma, incluso para un médico, de establecer con certeza si una mujer es virgen o no.
Las mismas razones por las que el himen puede desgarrarse son las que justifican el que no siempre haya sangrado durante la primera relación sexual. No obstante, la ausencia del vital líquido en la noche nupcial sigue provocando conflictos entre muchas parejas.
5. Sólo al haber eyaculación hay embarazo
De forma natural, el pene al ponerse erecto segrega líquido seminal que lo prepara para la penetración, el cual contiene espermatozoides. Es así que al entrar el órgano a la vagina llevará espermas que en los días fértiles de la mujer pueden fecundar al óvulo, aun sin haber eyaculación. Es así que lo indicado es utilizar condón si no se conoce el ciclo menstrual de la pareja, o que ella utilice algún otro método anticonceptivo; ¡claro!, siempre y cuando no se contemple un embarazo en el futuro inmediato.
6. La circuncisión debe ser obligatoria
Si bien es cierto que la piel (prepucio) que cubre a la cabeza del pene (glande) cumple la función de protegerlo en la infancia de posibles ataques de virus que deriven en infecciones, y más adelante en enfermedades de transmisión sexual, no hay un consenso entre los especialistas médicos de que deba ser retirado definitivamente mediante la llamada circuncisión.
Tal es la discrepancia al respecto que se estima que en Estados Unidos 80% de los hombres están circuncidados, mientras que en Europa sólo el 5%; el total a nivel mundial se calcula en 15%. Lo cierto es que se ha comprobado que tanto los intervenidos como quienes no lo han sido son igualmente candidatos a enfermedades infecciosas o venereas si no guardan las precauciones debidas.
La decisión de practicar la circuncisión en los menores recae en los padres y el pediatra, en tanto que adolescentes y adultos deberán asesorarse con el urólogo.
7. Los medicamentos para disfunción eréctil son afrodisiacos
En años recientes se ha incrementado la popularidad de los fármacos para el tratamiento de disfunción eréctil, los cuales dirigen su acción únicamente a los llamados cuerpos cavernosos del pene, donde inhiben a una enzima (fosfodiesterasa V) que inhabilita al mecanismo de erección, logrando como resultado que ésta pueda mantenerse por más tiempo. Ahora bien, lo anterior no quiere decir que la sustancia médica provocaría francamente el deseo sexual a quien no lo tiene, ya que éste se desarrolla en el cerebro y no en el órgano viril.
La experiencia científica señala que si un varón, gracias a los medicamentos mencionados, mejora su función sexual alterada por problemas de erección, también mejorará su deseo sexual, aunque sea en forma indirecta, elevando considerablemente su autoestima.
8. Eyaculación es sinónimo de orgasmo
Un muy alto porcentaje de los varones consideran que el fin de toda relación íntima es el coito o penetración, a través del cual obtendrán un orgasmo que les generará placer. Bien, pues varios sexólogos han comprobado que el autocontrol en la respiración aumenta la intensidad de un orgasmo y puede prolongarlo sin que haya eyaculación.
Quienes con mayor conocimiento llevan a la práctica lo anterior son los seguidores del Tantra, milenaria doctrina procedente de la India cuya meta es el autoconocimiento del individuo. Por supuesto que esta muy respetable disciplina dirige todo su objetivo al bienestar general del ser humano, donde el aspecto sexual es sólo una parte de ello.
Partiendo de la premisa de que el cuerpo humano es “un templo sagrado”, el hombre tantrista aprende a esperar y a llevar a cabo el encuentro amoroso sin apresuramiento, haciendo especial énfasis en la relajación corporal y el control de la respiración, es decir, desacelerar y profundizar conscientemente el ritmo de inhalación y exhalación, lo cual tiene importante impacto en el control de la eyaculación. De esta forma puede efectuar movimientos ligeros, armónicos y con ritmo agradable, lo que conduce a una relación sensual y prolongada, haciendo más estrecha la unión entre la pareja.
9. Los hombres no tienen punto G
Desde la década de los 60 del siglo pasado se denominó punto G femenino a un residuo de tejido que se forma desde el embrión, localizado en la pared frontal de la vagina, circundado por terminaciones nerviosas y sensibles. Su popularidad desde entonces se debe a que sabiéndolo estimular dicho tejido puede producir enorme excitación que en algunos casos se traducirá en prolongada cadena de orgasmos.
La mejor manera de estimular el mencionado punto es tocándolo o bien al tener una penetración profunda en la vagina, pero por detrás, haciendo que el pene tenga mayor contacto con la pared anterior del órgano femenino.
Bien, pues en años recientes se ha hablado de que el varón también cuenta con un punto G, igualmente de sensibilidad extrema que puede ser estimulado para desencadenar orgasmos. En realidad se trata de la próstata, glándula que cumple importante función biológica, principalmente en la etapa reproductiva, ya que genera el líquido seminal que protege y transporta a los espermatozoides en la ruta que éstos siguen hasta el útero femenino durante el coito (penetración).
La estimulación en el hombre igualmente puede hacerse mediante el tacto a través del ano, desde donde se puede guiar un dedo a través de la pared frontal de su recto, aproximadamente 5 centímetros, hasta notar pequeño abultamiento en forma de nuez, el punto G masculino. Como se puede imaginar, no todos los varones están dispuestos a gozar la experiencia.
10. La sexualidad se extingue con la edad
De acuerdo a investigaciones científicas, el hombre alcanza su mayor vigor sexual entre los 30 y 35 años de edad, tendiendo a declinar posteriormente. La explicación a lo anterior es que después de esa edad suelen hacerse presentes problemas de salud que incidirán en la salud sexual del individuo, tal es el caso de diabetes, hipertensión y padecimientos del corazón, entre otras. Mire usted, por ejemplo, los altos niveles de glucosa en sangre (diabetes) alteran el buen funcionamiento del sistema circulatorio en general, del cual depende el mecanismo de erección del órgano reproductor masculino; es así que descuidos en el tratamiento de esta enfermedad pueden provocar disfunción eréctil. Sin embargo, debemos enfatizar que lo anterior no se presenta en todos los hombres y que los padecimientos que se han mencionado pueden ser controlados y, en consecuencia, también los trastornos sexuales que de ellos se derivan.
Por otra parte, el hombre que ha llevado una vida saludable y ha mantenido una sexualidad activa desde su juventud asegura que también la tendrá durante la vejez. Es verdad, la capacidad sexual disminuye en forma natural con el paso del tiempo, pero no tiene porqué perderse del todo.
En el varón se puede hablar de disminución de la calidad de la erección, tanto en rigidez como en duración, así como de la capacidad de fecundar por la baja producción de espermatozoides; igualmente, cabe destacar el período refractario post-coito, es decir, el tiempo que le lleva reponerse para la siguiente relación, el cual puede alargarse por días o semanas; por ejemplo, se sabe de ancianos que a los 80 años tienen una relación coital cada tres semanas, ¿qué le parece?
Acerca de los mitos sexuales pueden escribirse miles de líneas más y no se terminaría de hablar de ellos. Lo cierto es que al estar informados nadie nos sorprenderá, podremos gozar de una mejor salud sexual y una relación de pareja más satisfactoria, ¿no cree usted?
es bueno estar enterado de estas cosas...
1. La masturbación afecta
A lo largo de incontables décadas se han extendido conceptos como que la masturbación puede generar infertilidad, disfunción eréctil, acné, ceguera, sordera, mongolismo, locura, epilepsia, crecimiento de vello en las palmas de las manos, “hunde” a los ojos y les quita brillo, agota a los músculos, perjudica a la memoria y la capacidad de pensar, degenera tejidos y nervios y, cuando se abusa, muerte prematura.
Simplemente el hecho de ser tachada de pecado es suficiente para que muchos practicantes se sientan sucios y que su imagen de caballero se vea afectada, aunque sea hacia sí mismo. Lo cierto es que muchos sexólogos coinciden en señalar que la represión a la que es sometido el menor que se masturba generará dificultades posteriores, tanto en su vida sexual como en otras funciones psíquicas. Por ejemplo, hacerlo a escondidas y con toda prisa es uno de los antecedentes de eyaculación precoz, entendiendo ésta como la incapacidad persistente para obtener y mantener la erección del órgano masculino que le permita tener relaciones sexuales satisfactorias.
Ahora bien, debido a que en cada orgasmo el cuerpo libera endorfinas (hormonas que contribuyen a la relajación) —comprobado científicamente—, la masturbación es aconsejable para reducir estrés y ansiedad, y como ayuda a conciliar el sueño. Además, brinda la oportunidad de conocer y apreciar el propio cuerpo, lo que permite mejor autocontrol ante el orgasmo.
Es importante dejar claro que cuando es la única forma de lograr placer sexual, o si genera sentimientos de culpa y ansiedad, se recomienda acudir al psicólogo o psiquiatra.
2. Sólo un pene grande satisface a la mujer
La más reciente encuesta sobre sexualidad que patrocina una firma de condones señala que sólo 10% de las mujeres da importancia al tamaño del miembro de su pareja, y que el porcentaje restante está convencido de que su satisfacción sexual no depende de ello; es más, el mismo estudio señala que 98% de las féminas opina que un pene mayor a 20 centímetros les asusta o impresiona.
En realidad muy pocos hombres se interesan en saber que la zona más sensible de la vagina se encuentra en los dos primeros centímetros de la entrada (vulva); de manera que un pene de apenas 6 centímetros puede pasar los 3 centímetros (en promedio) de los labios vulvares y llegar a los dos primeros del órgano femenino con toda comodidad; ahora bien, mediante rozamiento, un miembro viril más ancho estimula estos primeros centímetros.
No debemos olvidar que la vagina está compuesta por tejidos musculares que se contraen al ser estimulada, y es capaz de presionar y adaptarse al tamaño promedio del pene; igualmente, el clítoris (que se considera el punto más sensible de los genitales femeninos), reacciona directamente al tacto, lo que hace que ellas gocen esta experiencia tanto como la misma penetración.
Finalmente, para los interesados en el tema podemos decir que a nivel mundial el promedio del tamaño del pene en estado de flacidez es 8.85 centímetros y erecto 16.4, con diámetro de 4.1.
3. La vasectomía reduce el apetito sexual
Cientos de parejas que acuden por voluntad propia a solicitar esta cirugía anticonceptiva se han abierto totalmente a disfrutar su sexualidad al saber que no corren riesgo de embarazo. La vasectomía consiste en sencilla intervención quirúrgica realizada por el urólogo —médico especializado en los genitales masculinos— que requiere aproximadamente 20 minutos y la aplicación de anestesia local.
El objetivo es impedir el paso de los espermatozoides, a partir de pequeña incisión en el escroto (piel que recubre a los testículos) de entre 1 y 2 centímetros, en la zona donde se localizan los conductos deferentes (tubos que transportan semen) que son cortados, para posteriormente ligar las puntas y coser nuevamente el escroto. Una vez concluida la operación, el paciente puede salir caminando y continuar con sus actividades normales, ya que el procedimiento y el periodo de recuperación no causan molestias.
Es falso considerar que durante la vasectomía se cortarán tejidos importantes en el funcionamiento del órgano viril, como algunos creen, y que ese es el primer paso para desarrollar disfunción eréctil, eyaculación precoz o algún tipo de cáncer, como el de próstata o testículos.
Lo que debemos destacar es que la producción de espermatozoides no se suspende con la vasectomía, de forma que después de la intervención quirúrgica queda almacenada gran cantidad de esperma en las vesículas seminales, por lo que es necesario que la pareja se proteja con algún método anticonceptivo durante los siguientes 15 o 20 encuentros sexuales en los que el varón eyacule; después de éstos el riesgo se acaba.
Igualmente importante es saber que este método no es un escudo contra sida u otras enfermedades de transmisión sexual, por lo que el individuo sometido a la vasectomía debe contemplar las precauciones acostumbradas si sostiene relaciones riesgosas.
4. Una mujer virgen siempre sangra en su primera relación
El himen es una membrana elástica que bordea a la pared vaginal y cubre la entrada del órgano, y durante siglos se pensó que la única manera de romperlo era mediante la penetración del miembro viril, la cual provocaría dolor y sangrado a la mujer. Actualmente sabemos que puede haber mujeres que nacen sin este fino tejido, o bien que puede desgarrarse mediante fuerte caída o algún golpe que lesione a la vulva, excesivo flujo menstrual, así como durante exploración ginecológica, por masturbación con inserción de dedos u objetos, al abrir las piernas violentamente durante la práctica de algún deporte —gimnasia, tenis, natación, montar bicicleta o caballo—, y por caricias genitales con demasiada presión, entre otros.
Asimismo, la Medicina ha comprobado que hay mujeres que tienen relaciones sexuales y pueden conservar su himen íntegro, pues en ocasiones éste llega a ser tan flexible que permanece sin daño a pesar del coito. Es así que no existe forma, incluso para un médico, de establecer con certeza si una mujer es virgen o no.
Las mismas razones por las que el himen puede desgarrarse son las que justifican el que no siempre haya sangrado durante la primera relación sexual. No obstante, la ausencia del vital líquido en la noche nupcial sigue provocando conflictos entre muchas parejas.
5. Sólo al haber eyaculación hay embarazo
De forma natural, el pene al ponerse erecto segrega líquido seminal que lo prepara para la penetración, el cual contiene espermatozoides. Es así que al entrar el órgano a la vagina llevará espermas que en los días fértiles de la mujer pueden fecundar al óvulo, aun sin haber eyaculación. Es así que lo indicado es utilizar condón si no se conoce el ciclo menstrual de la pareja, o que ella utilice algún otro método anticonceptivo; ¡claro!, siempre y cuando no se contemple un embarazo en el futuro inmediato.
6. La circuncisión debe ser obligatoria
Si bien es cierto que la piel (prepucio) que cubre a la cabeza del pene (glande) cumple la función de protegerlo en la infancia de posibles ataques de virus que deriven en infecciones, y más adelante en enfermedades de transmisión sexual, no hay un consenso entre los especialistas médicos de que deba ser retirado definitivamente mediante la llamada circuncisión.
Tal es la discrepancia al respecto que se estima que en Estados Unidos 80% de los hombres están circuncidados, mientras que en Europa sólo el 5%; el total a nivel mundial se calcula en 15%. Lo cierto es que se ha comprobado que tanto los intervenidos como quienes no lo han sido son igualmente candidatos a enfermedades infecciosas o venereas si no guardan las precauciones debidas.
La decisión de practicar la circuncisión en los menores recae en los padres y el pediatra, en tanto que adolescentes y adultos deberán asesorarse con el urólogo.
7. Los medicamentos para disfunción eréctil son afrodisiacos
En años recientes se ha incrementado la popularidad de los fármacos para el tratamiento de disfunción eréctil, los cuales dirigen su acción únicamente a los llamados cuerpos cavernosos del pene, donde inhiben a una enzima (fosfodiesterasa V) que inhabilita al mecanismo de erección, logrando como resultado que ésta pueda mantenerse por más tiempo. Ahora bien, lo anterior no quiere decir que la sustancia médica provocaría francamente el deseo sexual a quien no lo tiene, ya que éste se desarrolla en el cerebro y no en el órgano viril.
La experiencia científica señala que si un varón, gracias a los medicamentos mencionados, mejora su función sexual alterada por problemas de erección, también mejorará su deseo sexual, aunque sea en forma indirecta, elevando considerablemente su autoestima.
8. Eyaculación es sinónimo de orgasmo
Un muy alto porcentaje de los varones consideran que el fin de toda relación íntima es el coito o penetración, a través del cual obtendrán un orgasmo que les generará placer. Bien, pues varios sexólogos han comprobado que el autocontrol en la respiración aumenta la intensidad de un orgasmo y puede prolongarlo sin que haya eyaculación.
Quienes con mayor conocimiento llevan a la práctica lo anterior son los seguidores del Tantra, milenaria doctrina procedente de la India cuya meta es el autoconocimiento del individuo. Por supuesto que esta muy respetable disciplina dirige todo su objetivo al bienestar general del ser humano, donde el aspecto sexual es sólo una parte de ello.
Partiendo de la premisa de que el cuerpo humano es “un templo sagrado”, el hombre tantrista aprende a esperar y a llevar a cabo el encuentro amoroso sin apresuramiento, haciendo especial énfasis en la relajación corporal y el control de la respiración, es decir, desacelerar y profundizar conscientemente el ritmo de inhalación y exhalación, lo cual tiene importante impacto en el control de la eyaculación. De esta forma puede efectuar movimientos ligeros, armónicos y con ritmo agradable, lo que conduce a una relación sensual y prolongada, haciendo más estrecha la unión entre la pareja.
9. Los hombres no tienen punto G
Desde la década de los 60 del siglo pasado se denominó punto G femenino a un residuo de tejido que se forma desde el embrión, localizado en la pared frontal de la vagina, circundado por terminaciones nerviosas y sensibles. Su popularidad desde entonces se debe a que sabiéndolo estimular dicho tejido puede producir enorme excitación que en algunos casos se traducirá en prolongada cadena de orgasmos.
La mejor manera de estimular el mencionado punto es tocándolo o bien al tener una penetración profunda en la vagina, pero por detrás, haciendo que el pene tenga mayor contacto con la pared anterior del órgano femenino.
Bien, pues en años recientes se ha hablado de que el varón también cuenta con un punto G, igualmente de sensibilidad extrema que puede ser estimulado para desencadenar orgasmos. En realidad se trata de la próstata, glándula que cumple importante función biológica, principalmente en la etapa reproductiva, ya que genera el líquido seminal que protege y transporta a los espermatozoides en la ruta que éstos siguen hasta el útero femenino durante el coito (penetración).
La estimulación en el hombre igualmente puede hacerse mediante el tacto a través del ano, desde donde se puede guiar un dedo a través de la pared frontal de su recto, aproximadamente 5 centímetros, hasta notar pequeño abultamiento en forma de nuez, el punto G masculino. Como se puede imaginar, no todos los varones están dispuestos a gozar la experiencia.
10. La sexualidad se extingue con la edad
De acuerdo a investigaciones científicas, el hombre alcanza su mayor vigor sexual entre los 30 y 35 años de edad, tendiendo a declinar posteriormente. La explicación a lo anterior es que después de esa edad suelen hacerse presentes problemas de salud que incidirán en la salud sexual del individuo, tal es el caso de diabetes, hipertensión y padecimientos del corazón, entre otras. Mire usted, por ejemplo, los altos niveles de glucosa en sangre (diabetes) alteran el buen funcionamiento del sistema circulatorio en general, del cual depende el mecanismo de erección del órgano reproductor masculino; es así que descuidos en el tratamiento de esta enfermedad pueden provocar disfunción eréctil. Sin embargo, debemos enfatizar que lo anterior no se presenta en todos los hombres y que los padecimientos que se han mencionado pueden ser controlados y, en consecuencia, también los trastornos sexuales que de ellos se derivan.
Por otra parte, el hombre que ha llevado una vida saludable y ha mantenido una sexualidad activa desde su juventud asegura que también la tendrá durante la vejez. Es verdad, la capacidad sexual disminuye en forma natural con el paso del tiempo, pero no tiene porqué perderse del todo.
En el varón se puede hablar de disminución de la calidad de la erección, tanto en rigidez como en duración, así como de la capacidad de fecundar por la baja producción de espermatozoides; igualmente, cabe destacar el período refractario post-coito, es decir, el tiempo que le lleva reponerse para la siguiente relación, el cual puede alargarse por días o semanas; por ejemplo, se sabe de ancianos que a los 80 años tienen una relación coital cada tres semanas, ¿qué le parece?
Acerca de los mitos sexuales pueden escribirse miles de líneas más y no se terminaría de hablar de ellos. Lo cierto es que al estar informados nadie nos sorprenderá, podremos gozar de una mejor salud sexual y una relación de pareja más satisfactoria, ¿no cree usted?
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