Mariela Castro: «la homofobia es una enfermedad»
Una entrevista de Bruno Bimbi a la sobrina de Fidel Castro y titular del Centro Nacional de Educación Sexual, publicada en Revista Veintitrés.
Mariela castro (foto Gerardo Arreola, Diario Jornada México).
Mariela Castro es la hija del presidente de Cuba, Raúl Castro. Su madre, Vilma Espín, presidió la Federación de Mujeres Cubanas. Desde hace varios años, esta joven psicóloga con estudios de pedagoga dirige el Centro Nacional de Educación Sexual, desde donde ha abogado por los derechos de las personas homosexuales y transexuales. En esta entrevista con Veintitrés, habla de algunos de los proyectos que el gobierno socialista ha enviado al Parlamento: matrimonio gay y ley de identidad de género.
– ¿Qué es el Centro Nacional de Educación Sexual?
– Es un centro docente e investigativo que coordina el Programa Nacional de Educación Sexual. Desde la década del `90 logramos tener educación sexual en la escuela, pero sabemos que es un tema de todos, no sólo de la escuela o la familia. Tenemos programas con el Ministerio de Salud Pública, un área de investigaciones científicas y políticas sociales con relación a la sexualidad. Tenemos cursos de posgrado, diplomados y maestrías, que realizamos con la Universidad Médica de La Habana, y desarrollamos estrategias educativas a través de los medios de comunicación. También editamos una revista, un sitio web y una sección especial en el periódico Juventud Rebelde —diario de mayor tirada en el país— donde salen todos los sábados artículos sobre sexualidad. Tenemos áreas de trabajo comunitario y un área de medicina sexual y orientación psicológica.
– En los primeros años de la Revolución hubo mucha represión contra los homosexuales, sobre todo a través de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción. ¿Por qué pasó todo eso?
– Se estaba haciendo una Revolución y se empezaba casi de cero a fundar la Nación. Había que empezar por alfabetizar, ya que imagínate tú qué nivel cultural había. Hubo un primer período dominado por pensamientos estalinistas, por un socialismo muy esquemático y dogmático, con contradicciones que han existido en todos los procesos revolucionarios. En la década del `60 se estaba creando el Ejército, y se formaron las Unidades Militares de Apoyo a la Producción con jóvenes, campesinos y obreros que necesitaban una calificación para acceder a empleos mejor remunerados. Ese era el objetivo, pero estaban los que pensaban que había que recoger a los de pelo largo, a los homosexuales, a los religiosos, para «reformarlos», porque el trabajo «los endurecía y los hacía hombres». Tenían ese pensamiento tan simple, tan vulgar, y fue así que en algunas de estas unidades militares hubo un pelotón de los homosexuales, otro de los religiosos, etc. Hubo humillaciones, y eso estuvo muy mal. Es muy bueno que estemos discutiendo en Cuba sobre estas cosas, porque hay que aprender de la historia para que no se repitan los disparates que en aquel tiempo se hicieron.
– ¿Y cómo se llegó a entender que eran disparates?
– Al mismo tiempo que pasaban cosas muy lindas y muy revolucionarias, también pasaban estas cosas espantosas, que pasaron en el mundo, sólo que no trascendieron como las de Cuba, porque se quería desacreditar a la Revolución. La Federación de Mujeres Cubanas —y mi mamá principalmente— estuvo en contra de todo eso, y ellas fueron las que presionaron y consiguieron que en el Código Penal —heredado de España— se eliminara la homosexualidad como delito. Ahora se están haciendo modificaciones en el Código de Familia, que incluyen aspectos explícitos de la orientación sexual y la identidad de género.
– ¿Cómo influyó la película «Fresa y Chocolate»?
– Esa película fue muy útil. La gente la fue a ver a los cines y se debatía. Me cuenta Senel Paz, el guionista, que se hicieron debates en unidades militares y hubo un diálogo muy interesante. Se demoraron unos añitos en ponerla en televisión, pero al final la pusieron. Yo pienso que fue muy valiosa y todavía está dando trabajo en cuanto a pensamiento y reflexión.
– ¿Los medios de comunicación pueden ayudar a derribar prejuicios?
Sí, por eso nosotros hemos ido abriendo un caminito en la televisión. Una vez me preguntaron en un programa: «¿La homosexualidad es una enfermedad?», y yo respondí: «No, lo que es una enfermedad es la homofobia. Las fobias son trastornos que necesitan terapia». Pero había que remar contra un criterio médico que había en esa época. Se hablaba en el mundo de terapias para revertir la homosexualidad, y mi mamá decía que no había fundamento científico y que le parecía una barbaridad. Desde la Federación de Mujeres Cubanas enfrentaron eso, y el hecho de que luego la OMS y la Asociación Americana de Psiquiatría hayan dicho que la homosexualidad no era una enfermedad nos ayudó mucho. Nosotros trabajamos principalmente en las transformaciones de la subjetividad, y ganamos mucho tiempo con los medios, sobre todo con las novelas. Hace poco, una compañera asesoró a los guionistas de una telenovela que habló de la bisexualidad. No fue una obra de arte, pero funcionó.
– En Argentina se está empezando a debatir la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Eso es posible en Cuba?
– Nosotros estamos proponiendo un cambio en el Código de Familia, para que las parejas homosexuales, al legalizarse, tengan los mismos derechos personales y patrimoniales que las parejas heterosexuales, incluyendo la adopción. Hemos planteado el término «unión legalizada» —que en la práctica será lo mismo que el matrimonio— porque para que se llame matrimonio deberíamos hacer una reforma de la Constitución, y eso retrasaría las cosas.
– ¿El proyecto cuenta con el respaldo del Gobierno?
– Sí, del gobierno y del Partido. Nos han pedido hacer un trabajo educativo previo, para que cuando se discuta en el Parlamento sea más fácil aprobarlo.
– ¿Cómo es el proceso parlamentario?
– El Parlamento funciona todo el tiempo y tiene comisiones permanentes. Ya nos reunimos con tres comisiones y nos fue muy bien. El proyecto se va a aprobar.
– Con relación a las travestis y transexuales, ¿cómo es el proyecto de ley de identidad de género?
– Hay una resolución del Ministerio de Salud Pública que establece la atención integral a personas transexuales, incluyendo la reasignación quirúrgica de género. Ahora presentamos un proyecto de ley de identidad de género y ya hemos hablado en las comisiones del parlamento.
– ¿Esta ley permitirá los cambios de documentos de las personas trans?
– Exactamente. Y eso sería independiente de que te operes o no te operes. La operación está contemplada, si la persona la desea, y en Cuba todo es salud pública, así que la cubre el Estado.
– Luego de aquella historia de discriminación, ¿Cuba podría adelantarse a otros países latinoamericanos en el reconocimiento de los derechos de las personas homosexuales y transexuales?
– Si el Parlamento aprueba pronto las leyes, así será. Vamos a ver cuánto se demora. Yo lo que sé es que se van a aprobar.
Una entrevista de Bruno Bimbi a la sobrina de Fidel Castro y titular del Centro Nacional de Educación Sexual, publicada en Revista Veintitrés.
Mariela castro (foto Gerardo Arreola, Diario Jornada México).
Mariela Castro es la hija del presidente de Cuba, Raúl Castro. Su madre, Vilma Espín, presidió la Federación de Mujeres Cubanas. Desde hace varios años, esta joven psicóloga con estudios de pedagoga dirige el Centro Nacional de Educación Sexual, desde donde ha abogado por los derechos de las personas homosexuales y transexuales. En esta entrevista con Veintitrés, habla de algunos de los proyectos que el gobierno socialista ha enviado al Parlamento: matrimonio gay y ley de identidad de género.
– ¿Qué es el Centro Nacional de Educación Sexual?
– Es un centro docente e investigativo que coordina el Programa Nacional de Educación Sexual. Desde la década del `90 logramos tener educación sexual en la escuela, pero sabemos que es un tema de todos, no sólo de la escuela o la familia. Tenemos programas con el Ministerio de Salud Pública, un área de investigaciones científicas y políticas sociales con relación a la sexualidad. Tenemos cursos de posgrado, diplomados y maestrías, que realizamos con la Universidad Médica de La Habana, y desarrollamos estrategias educativas a través de los medios de comunicación. También editamos una revista, un sitio web y una sección especial en el periódico Juventud Rebelde —diario de mayor tirada en el país— donde salen todos los sábados artículos sobre sexualidad. Tenemos áreas de trabajo comunitario y un área de medicina sexual y orientación psicológica.
– En los primeros años de la Revolución hubo mucha represión contra los homosexuales, sobre todo a través de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción. ¿Por qué pasó todo eso?
– Se estaba haciendo una Revolución y se empezaba casi de cero a fundar la Nación. Había que empezar por alfabetizar, ya que imagínate tú qué nivel cultural había. Hubo un primer período dominado por pensamientos estalinistas, por un socialismo muy esquemático y dogmático, con contradicciones que han existido en todos los procesos revolucionarios. En la década del `60 se estaba creando el Ejército, y se formaron las Unidades Militares de Apoyo a la Producción con jóvenes, campesinos y obreros que necesitaban una calificación para acceder a empleos mejor remunerados. Ese era el objetivo, pero estaban los que pensaban que había que recoger a los de pelo largo, a los homosexuales, a los religiosos, para «reformarlos», porque el trabajo «los endurecía y los hacía hombres». Tenían ese pensamiento tan simple, tan vulgar, y fue así que en algunas de estas unidades militares hubo un pelotón de los homosexuales, otro de los religiosos, etc. Hubo humillaciones, y eso estuvo muy mal. Es muy bueno que estemos discutiendo en Cuba sobre estas cosas, porque hay que aprender de la historia para que no se repitan los disparates que en aquel tiempo se hicieron.
– ¿Y cómo se llegó a entender que eran disparates?
– Al mismo tiempo que pasaban cosas muy lindas y muy revolucionarias, también pasaban estas cosas espantosas, que pasaron en el mundo, sólo que no trascendieron como las de Cuba, porque se quería desacreditar a la Revolución. La Federación de Mujeres Cubanas —y mi mamá principalmente— estuvo en contra de todo eso, y ellas fueron las que presionaron y consiguieron que en el Código Penal —heredado de España— se eliminara la homosexualidad como delito. Ahora se están haciendo modificaciones en el Código de Familia, que incluyen aspectos explícitos de la orientación sexual y la identidad de género.
– ¿Cómo influyó la película «Fresa y Chocolate»?
– Esa película fue muy útil. La gente la fue a ver a los cines y se debatía. Me cuenta Senel Paz, el guionista, que se hicieron debates en unidades militares y hubo un diálogo muy interesante. Se demoraron unos añitos en ponerla en televisión, pero al final la pusieron. Yo pienso que fue muy valiosa y todavía está dando trabajo en cuanto a pensamiento y reflexión.
– ¿Los medios de comunicación pueden ayudar a derribar prejuicios?
Sí, por eso nosotros hemos ido abriendo un caminito en la televisión. Una vez me preguntaron en un programa: «¿La homosexualidad es una enfermedad?», y yo respondí: «No, lo que es una enfermedad es la homofobia. Las fobias son trastornos que necesitan terapia». Pero había que remar contra un criterio médico que había en esa época. Se hablaba en el mundo de terapias para revertir la homosexualidad, y mi mamá decía que no había fundamento científico y que le parecía una barbaridad. Desde la Federación de Mujeres Cubanas enfrentaron eso, y el hecho de que luego la OMS y la Asociación Americana de Psiquiatría hayan dicho que la homosexualidad no era una enfermedad nos ayudó mucho. Nosotros trabajamos principalmente en las transformaciones de la subjetividad, y ganamos mucho tiempo con los medios, sobre todo con las novelas. Hace poco, una compañera asesoró a los guionistas de una telenovela que habló de la bisexualidad. No fue una obra de arte, pero funcionó.
– En Argentina se está empezando a debatir la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Eso es posible en Cuba?
– Nosotros estamos proponiendo un cambio en el Código de Familia, para que las parejas homosexuales, al legalizarse, tengan los mismos derechos personales y patrimoniales que las parejas heterosexuales, incluyendo la adopción. Hemos planteado el término «unión legalizada» —que en la práctica será lo mismo que el matrimonio— porque para que se llame matrimonio deberíamos hacer una reforma de la Constitución, y eso retrasaría las cosas.
– ¿El proyecto cuenta con el respaldo del Gobierno?
– Sí, del gobierno y del Partido. Nos han pedido hacer un trabajo educativo previo, para que cuando se discuta en el Parlamento sea más fácil aprobarlo.
– ¿Cómo es el proceso parlamentario?
– El Parlamento funciona todo el tiempo y tiene comisiones permanentes. Ya nos reunimos con tres comisiones y nos fue muy bien. El proyecto se va a aprobar.
– Con relación a las travestis y transexuales, ¿cómo es el proyecto de ley de identidad de género?
– Hay una resolución del Ministerio de Salud Pública que establece la atención integral a personas transexuales, incluyendo la reasignación quirúrgica de género. Ahora presentamos un proyecto de ley de identidad de género y ya hemos hablado en las comisiones del parlamento.
– ¿Esta ley permitirá los cambios de documentos de las personas trans?
– Exactamente. Y eso sería independiente de que te operes o no te operes. La operación está contemplada, si la persona la desea, y en Cuba todo es salud pública, así que la cubre el Estado.
– Luego de aquella historia de discriminación, ¿Cuba podría adelantarse a otros países latinoamericanos en el reconocimiento de los derechos de las personas homosexuales y transexuales?
– Si el Parlamento aprueba pronto las leyes, así será. Vamos a ver cuánto se demora. Yo lo que sé es que se van a aprobar.
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