Dice el Papa:
Por dios... justamente, por él.
"Si el ejercicio de la sexualidad se transforma en una droga que quiere sujetar a la pareja a los propios deseos e intereses, sin respetar el ritmo de la persona amada, entonces lo que se debe defender ya no es sólo el verdadero concepto del amor sino en primer lugar la dignidad de la persona misma"
Por dios... justamente, por él.
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