Una buena noticia... una persona quedo libre de las garras del gobierno norteamericano...
Jeremy Jaynes llegó a ser un millonario puntocom, pero no hizo su fortuna con el comercio electrónico ni con la programación de un algoritmo asombroso ni la publicación de un blog de gran audiencia. Jaynes se hizo rico buzoneando el mundo con correo electrónico basura.
La suya es una historia de riqueza sólo truncada por otro nombre propio: Russel E. McGuire, fiscal del Estado de Virginia (EEUU) especializado en delitos digitales, quien puso a Jaynes ante un tribunal y le consiguió una condena de nueve años entre rejas.
La sentencia parecía una clara victoria a favor del Estado en la primera condena a un spammer en EEUU. Pero la última puntada en este tejido la ha dado el Tribunal Superior de Justicia de Virginia, que el sábado pasado decidió absolver a Jaynes por un motivo sorprendente: la ley de Spam de aquel Estado es "demasiado amplia" y puede cercenar el derecho constitucional a la libertad de expresión. O dicho de otro modo, enviar muchos mensajes de correo electrónico con el remitente falseado no sólo puede ser una herramienta para los magnates del correo basura, sino también para el discurso político anónimo, recogido en la primera enmienda de la Carta Magna estadounidense.
El resultado, la anulación de la condena, y el chasco del fiscal: "Me siento profundamente decepcionado", declaró ayer McGuire a este diario.
A finales de los 90, Jeremy Jaynes, vecino de Raleigh (Carolina del Norte, EEUU), compró unos cuantos ordenadores, instaló unas líneas de comunicación en casa y se dispuso a comenzar un negocio tan sencillo como lucrativo: enviar correo basura a millones de internautas de todo el mundo.
La empresa creció muy deprisa y el emprendedor amplió su infraestructura hasta convertirla en una enorme máquina digital de hacer dinero en la que la fuerza bruta era cosa de las máquinas, que trabajaban 24 horas al día recolectando direcciones y enviando mensajes publicitarios, y el cerebro lo ponía Jaynes, con apenas 30 años y sin estudios universitarios.
El tintineo de las monedas cesó abruptamente en octubre de 2004, cuando la policía irrumpió en casa de Jaynes y se incautó del material informático con que había amasado su fortuna, así como de 1.300 millones de direcciones de correo electrónico almacenadas en varios soportes. No fue procesado en Carolina del Norte, donde vivía, sino en Virgina, sede de America On Line, un gigante de internet en EEUU que tenía fundadas sospechas de que Jaynes había robado un millón de direcciones de sus clientes a través de un empleado descontento.
En el momento de su detención, la empresa de Jaynes facturaba cerca de 750.000 dólares (más de 500.000 euros) al mes y valía aproximadamente 24 millones de dólares (casi 17 millones de euros), siempre según los datos que la fiscalía aportó durante el juicio.
"No era una compañía de 24 millones de dólares, porque no tenía nada que ver con los negocios -argumenta McGuire-. Esto era una estafa fraudulenta de 24 millones de dólares". A pesar de ello, no fue fácil probar el delito ni averiguar la autoría de los mensajes de correo basura por los que Jaynes fue procesado: "Usó varios nombres propios y de empresa", explica el fiscal, "y sólo cuando cometió un error con un servicio de redirección de correo pudimos encontrarlo".
Los abogados de Jaynes intentaron por todos los medios anular el juicio: alegaron que la ley de Spam de Virgina era inconstitucional, que el tribunal de aquel Estado no tenía jurisdicción sobre unos hechos cometidos desde Carolina del Norte y que el artículo de la ley era vago al tipificar el delito. Todos estos argumentos fueron desestimados por el tribunal de apelación, que sin embargo aprobó la cuestión de inconstitucionalidad seis meses más tarde, tras reconsiderar su primer fallo y admitir que ley de Spam con que había sido juzgado Jaynes iba contra la primera enmienda.
"La defensa se apoyó en los padres fundadores [de Estados Unidos], como John Jay o James Madison, que publicaban documentos y se ocultaban de los ingleses", apunta McGuire, "Pero realmente es como si John Jay y James Madison hubieran hecho eso con la imprenta de Benjamin Franklin, porque cuando envías 'spam' estás usando los recursos de otra persona".
El fiscal ha anunciado la intención de su oficina de recurrir la decisión ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos, y cree que este contratiempo no habría sucedido si Jaynes hubiera sido procesado de acuerdo con la ley federal, conocida como CANSPAM y libre de cualquier sospecha de inconstitucionalidad. No obstante, esta ley no puede aplicarse a Jaynes, puesto que fue aprobada poco después de que cometiera algunos de los actos por los que fue procesado.
"Todos los medios están diciendo que Jaynes será liberado, pero no es cierto -explica McGuire-, porque fue condenado por otros cargos financieros [ofreció negocios piramidales a través del correo basura] y eso le mantendrá al menos 42 meses en prisión, lo que nos da tiempo para apelar".
La ley federal también impedirá que, apoyados en el precedente, los reyes del correo basura de todo el mundo se muden al Estado de Virginia para amparar sus anuncios de Viagra como si declaraciones de independencia se trataran.
La probabilidad de que una decisión judicial así pudiera traspasar las fronteras de Estados Unidos y llegar a Europa es remota. "Tenemos una ley en España que es muy clara al respecto [del spam] -explica José Antonio Suárez del despacho Suárez de la Dehesa Abogados-. Aunque todavía no se ha sometido a control de constitucionalidad, no me cabe duda de que es perfectamente compatible".
La LSSI-CE, cuyo artículo 21 prohíbe las "comunicaciones comerciales realizadas a través de correo electrónico o medios de comunicación electrónica equivalentes", establece multas de hasta 150.000 euros para los casos más graves.
Actualmente, sólo el 10% de los mensajes que llegan a los servidores de Estados Unidos, Europa u Oceanía corresponde a correo legítimo; el resto es correo basura, según cifras del proyecto Spamhaus.org. "Es un problema internacional porque el 'spam' no sabe de fronteras ni de clases... llega a cualquiera que tenga un ordenador", explica McGuire.
Los buzoneros del mundo real reciben una retribución fija o variable, por jornada o por horas, al repartir publicidad, pero ¿cómo gana dinero un spammer? Los datos más prudentes manejados durante el juicio a Jaynes apuntan a que uno de cada 30.000 destinatarios de sus mensajes de correo basura acabó comprando el producto o servicio ofrecido. Estas cifras harían inviable un negocio en el mundo real, pero no en el digital, donde la economía de escala permite trabajar con envíos millonarios sin excesivo coste o esfuerzo: un millón de mensajes traerían 33 clientes; 10 millones, 330; 1.000 millones, 33.000... clientes de los que cobrar una comisión.
Fuente: ADN
Jeremy Jaynes llegó a ser un millonario puntocom, pero no hizo su fortuna con el comercio electrónico ni con la programación de un algoritmo asombroso ni la publicación de un blog de gran audiencia. Jaynes se hizo rico buzoneando el mundo con correo electrónico basura.
La suya es una historia de riqueza sólo truncada por otro nombre propio: Russel E. McGuire, fiscal del Estado de Virginia (EEUU) especializado en delitos digitales, quien puso a Jaynes ante un tribunal y le consiguió una condena de nueve años entre rejas.
La sentencia parecía una clara victoria a favor del Estado en la primera condena a un spammer en EEUU. Pero la última puntada en este tejido la ha dado el Tribunal Superior de Justicia de Virginia, que el sábado pasado decidió absolver a Jaynes por un motivo sorprendente: la ley de Spam de aquel Estado es "demasiado amplia" y puede cercenar el derecho constitucional a la libertad de expresión. O dicho de otro modo, enviar muchos mensajes de correo electrónico con el remitente falseado no sólo puede ser una herramienta para los magnates del correo basura, sino también para el discurso político anónimo, recogido en la primera enmienda de la Carta Magna estadounidense.
El resultado, la anulación de la condena, y el chasco del fiscal: "Me siento profundamente decepcionado", declaró ayer McGuire a este diario.
A finales de los 90, Jeremy Jaynes, vecino de Raleigh (Carolina del Norte, EEUU), compró unos cuantos ordenadores, instaló unas líneas de comunicación en casa y se dispuso a comenzar un negocio tan sencillo como lucrativo: enviar correo basura a millones de internautas de todo el mundo.
La empresa creció muy deprisa y el emprendedor amplió su infraestructura hasta convertirla en una enorme máquina digital de hacer dinero en la que la fuerza bruta era cosa de las máquinas, que trabajaban 24 horas al día recolectando direcciones y enviando mensajes publicitarios, y el cerebro lo ponía Jaynes, con apenas 30 años y sin estudios universitarios.
El tintineo de las monedas cesó abruptamente en octubre de 2004, cuando la policía irrumpió en casa de Jaynes y se incautó del material informático con que había amasado su fortuna, así como de 1.300 millones de direcciones de correo electrónico almacenadas en varios soportes. No fue procesado en Carolina del Norte, donde vivía, sino en Virgina, sede de America On Line, un gigante de internet en EEUU que tenía fundadas sospechas de que Jaynes había robado un millón de direcciones de sus clientes a través de un empleado descontento.
En el momento de su detención, la empresa de Jaynes facturaba cerca de 750.000 dólares (más de 500.000 euros) al mes y valía aproximadamente 24 millones de dólares (casi 17 millones de euros), siempre según los datos que la fiscalía aportó durante el juicio.
"No era una compañía de 24 millones de dólares, porque no tenía nada que ver con los negocios -argumenta McGuire-. Esto era una estafa fraudulenta de 24 millones de dólares". A pesar de ello, no fue fácil probar el delito ni averiguar la autoría de los mensajes de correo basura por los que Jaynes fue procesado: "Usó varios nombres propios y de empresa", explica el fiscal, "y sólo cuando cometió un error con un servicio de redirección de correo pudimos encontrarlo".
Los abogados de Jaynes intentaron por todos los medios anular el juicio: alegaron que la ley de Spam de Virgina era inconstitucional, que el tribunal de aquel Estado no tenía jurisdicción sobre unos hechos cometidos desde Carolina del Norte y que el artículo de la ley era vago al tipificar el delito. Todos estos argumentos fueron desestimados por el tribunal de apelación, que sin embargo aprobó la cuestión de inconstitucionalidad seis meses más tarde, tras reconsiderar su primer fallo y admitir que ley de Spam con que había sido juzgado Jaynes iba contra la primera enmienda.
"La defensa se apoyó en los padres fundadores [de Estados Unidos], como John Jay o James Madison, que publicaban documentos y se ocultaban de los ingleses", apunta McGuire, "Pero realmente es como si John Jay y James Madison hubieran hecho eso con la imprenta de Benjamin Franklin, porque cuando envías 'spam' estás usando los recursos de otra persona".
El fiscal ha anunciado la intención de su oficina de recurrir la decisión ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos, y cree que este contratiempo no habría sucedido si Jaynes hubiera sido procesado de acuerdo con la ley federal, conocida como CANSPAM y libre de cualquier sospecha de inconstitucionalidad. No obstante, esta ley no puede aplicarse a Jaynes, puesto que fue aprobada poco después de que cometiera algunos de los actos por los que fue procesado.
"Todos los medios están diciendo que Jaynes será liberado, pero no es cierto -explica McGuire-, porque fue condenado por otros cargos financieros [ofreció negocios piramidales a través del correo basura] y eso le mantendrá al menos 42 meses en prisión, lo que nos da tiempo para apelar".
La ley federal también impedirá que, apoyados en el precedente, los reyes del correo basura de todo el mundo se muden al Estado de Virginia para amparar sus anuncios de Viagra como si declaraciones de independencia se trataran.
La probabilidad de que una decisión judicial así pudiera traspasar las fronteras de Estados Unidos y llegar a Europa es remota. "Tenemos una ley en España que es muy clara al respecto [del spam] -explica José Antonio Suárez del despacho Suárez de la Dehesa Abogados-. Aunque todavía no se ha sometido a control de constitucionalidad, no me cabe duda de que es perfectamente compatible".
La LSSI-CE, cuyo artículo 21 prohíbe las "comunicaciones comerciales realizadas a través de correo electrónico o medios de comunicación electrónica equivalentes", establece multas de hasta 150.000 euros para los casos más graves.
Actualmente, sólo el 10% de los mensajes que llegan a los servidores de Estados Unidos, Europa u Oceanía corresponde a correo legítimo; el resto es correo basura, según cifras del proyecto Spamhaus.org. "Es un problema internacional porque el 'spam' no sabe de fronteras ni de clases... llega a cualquiera que tenga un ordenador", explica McGuire.
Los buzoneros del mundo real reciben una retribución fija o variable, por jornada o por horas, al repartir publicidad, pero ¿cómo gana dinero un spammer? Los datos más prudentes manejados durante el juicio a Jaynes apuntan a que uno de cada 30.000 destinatarios de sus mensajes de correo basura acabó comprando el producto o servicio ofrecido. Estas cifras harían inviable un negocio en el mundo real, pero no en el digital, donde la economía de escala permite trabajar con envíos millonarios sin excesivo coste o esfuerzo: un millón de mensajes traerían 33 clientes; 10 millones, 330; 1.000 millones, 33.000... clientes de los que cobrar una comisión.
Fuente: ADN
Que horror :S... el spam es una plaga y con estas decisiones de algunos jueces... solo se fomenta :S
ResponderEliminarGracias por el articulo.