Libros electrónicos

El nacimiento del libro electrónico se remonta al ya lejano 1968, pero ha recibido más atención a partir de 2000, cuando Stephen King vendió a través de Internet 600.000 copias de Riding the Bullet, en dos días. Pero según Carolyn Reidy, directora ejecutiva de la editorial Simon & Schuster, «ahora estamos finalmente en el punto de inflexión».




Aunque Amazon no hace públicas sus cifras de ventas de los aparatos, en Los Ángeles algunos calculaban 10.000 unidades de Kindle vendidas desde que se lanzó en noviembre. Lo que indica una buena aceptación, sin llegar a las cifras de best sellers. Sumados a otros lectores electrónicos como el Sony Reader -disponible desde 2006-, las estimaciones cifran en 50.000 el número de total de aparatos lectores en el mercado estadounidense.

Los autores discrepan sobre la cuestión de si el libro electrónico fomenta también la compra de libros de papel. Mientras Jeff Bezos, consejero delegado de Amazon, afirma que «algo que dura ya quinientos años no es fácil de sustituir», y que «los libros son tan buenos que no se pueden eliminar», el editor David Shanks opina que «no parece que la gente compre las dos versiones: creo que asistimos a un caso de canibalismo».






En la discusión entraron autores como el novelista Ray Bradbury, que aseguró en Los Ángeles que «no hay futuro para los libros electrónicos porque no son libros». Una encuesta de Zogby y Random House mostraba cómo este avance del e-book se está dando de momento solo en las generaciones más jóvenes: aunque el 82% de los sondeados declararon preferir aún el libro impreso, un 13% de los menores de 30 años se mostraron dispuestos a leer libros electrónicos o en la red.

Sea como fuere, los miedos de las editoriales vienen a raíz de los precios de venta. Amazon vende libros para Kindle a 9,99 dólares -unos 6 euros- o incluso menos. El precio de los libros en papel suele ser un 25% mayor. Las editoriales dicen que se suelen vender libros electrónicos a Amazon por el mismo precio que los libros físicos, o sea alrededor del 45-50% del precio de venta. De aquí que los editores teman que, con el éxito de implantación del soporte Kindle, Amazon presione para que las editoras bajen sus precios de venta de libros electrónicos.


El prototipo es la estrella invitada en Demo, una de las exposiciones estrella de este tipo, que se celebra estos días en San Diego.

Para imponerse verdaderamente, un aparato de este género debe tener una pantalla más grande que la de Kindle o Sony Reader, admitir imágenes en color, indispensables para la publicidad, y ser mucho más barato. Esto es al menos lo que piensa Roger Fidler, profesor de la Universidad de Misuri y el primero, que yo sepa, en haber intentado lanzar un aparato de este tipo (en los años 90, o sea, demasiado pronto), citado por The Editors Weblog.

Hay quien piensa que hace falta un soporte flexible que recuerde al papel. Eso no está a la vuelta de la esquina, pero lo del color está próximo.

Los diarios esperan mucho de este género de aparato, que les permitiría reducir los costes de distribución del papel. Además de los de Echos y Orange, hay que tener también en cuenta el prototipo en el que trabaja el grupo Hearst en Estados Unidos.

La prensa impresa tiene incomparables virtudes, pero habremos de terminar por rendirnos a la evidencia de que lo que importa es el contenido, y no el soporte. O, como dijo un día el jefe del New York Times: «In ‘Newspaper’, what matters is not ‘paper’»


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