El lado oscurísimo del reciclaje es la contaminación y la deshumanización que hay en torno a el.
Varios medios hacen eco de la grave situación infrahumana en la que trabajan como verdaderos esclavos miles de Chinos para producir partes de los artefactos tecnológicos de las marcas más reconocidas a nivel mundial de tecnología, telefonía e informática.
Pero no es la primera vez que se escucha hablar de las condiciones infrahumanas de trabajo en el "gigante asiático"... sin embargo, recien ahora esta noticia empieza a cobrar más eco en los medios internacionales... como si los periodistas y bloggers estuvieran esperando que saliera a la venta su nueva computadora o teléfono celular made in china para poder hablar con sus colegas y escribir, como yo lo hago ahora, sobre este teclado chino palabras que denuncian la injusticia en la cual se fabrica la tecnología que nos esta vinculando para criticarla y proponer desde los consumidores un cambio de conciencia, un cambio de comportamiento de consumo: ser más exigentes como consumidores, más conscientes. En algun lado tiene que empezar y creo que somos, los usuarios de teclados, los que tenemos que reflexionar sobre la mugre que estamos creando.
Pero cómo se construye Dells, HPs y teléfonos móviles no es el motivo de este artículo. Quería compartir con ustedes el lado oscuro del reciclaje que también tiene como punto central al mayor productor de estos artefactos: China. Para ser más precisos: Guiyu, una ciudad habitada tradicionalmente por pescadores que se transformó en una de las zonas más contaminadas del planeta tierra en los últimos años. Allí va a parar tu computador viejo, tu móvil obsoleto, tu microondas antiguo, incluso las cosas que nunca pudiste comprarte, estan allí. No sólo es un basurero electrónico-ciudad gigantesco, sino que además es el basurero del primer mundo.
Un reporte realizado por A.Padilla para XL Semanal, relata algunos datos sobre esta ciudad dedicada al reciclaje les dejo una cita de este texto:
Al llegar a Guiyu, en la provincia de Guandong, en el sureste de China, un inabarcable cementerio de móviles y ordenadores llegados del mundo entero recibe al visitante. El olor a cables quemados impregna el aire. A nadie en su sano juicio le extraña que muchos llamen a este lugar `la ciudad Veneno´.
Al ver las condiciones infrahumanas en que los trabajadores desarrollan su labor –más de 200.000 inmigrantes han llegado a Guiyu en los últimos seis años–, el término `reciclaje´, tan en consonancia hoy en día con el respeto al medio ambiente, se antoja un eufemismo que describe una realidad de pesadilla.
La exposición cotidiana y sostenida a los metales y ácidos tóxicos redunda en unos altísimos índices de enfermedades de todo tipo: dolencias cutáneas, migrañas, vértigos, náuseas, gastritis crónica, úlceras gástricas y duodenales, por poner algunos ejemplos. Los visitantes sufren repentinos dolores de cabeza y un extraño sabor metálico en el paladar. Estudios recientes han puesto de manifiesto que Guiyu acoge los más altos niveles de dioxina jamás registrados en ningún lugar del planeta.
Las carcasas de los ordenadores están alineadas por las calles a la espera de su evisceración sistemática. Los discos duros y las tarjetas informáticas yacen en montones gigantescos. En millares de talleres cuya precaria construcción recuerda a chabolas de gran tamaño, los obreros se afanan en hacer trizas las cajas de plástico o en arrancar los cables y los microchips a las tarjetas y los circuitos. Equipados con pequeñas herramientas de mano, los obreros hacen pedazos viejos ordenadores, monitores, impresoras, reproductores de vídeo y DVD, fotocopiadoras, hornos microondas, móviles y cargadores, altavoces y baterías de automóvil. Para ello se valen de hornos al rojo vivo o de baños de ácido donde disolver y separar del detritus digital el plomo, la plata y otros metales valiosos. Ninguno de ellos emplea gafas, mascarillas o guantes de seguridad en su trabajo, mientras la atmósfera de la ciudad rezuma el olor acre de las soldaduras ardientes y del plástico en fundición.
Guiyu figura en todos los registros como el mayor centro de reciclaje de basura electrónica del mundo. La ciudad comenzó a recibir residuos a partir de 1995, atrayendo lentamente a miles de campesinos ante la perspectiva de mejorar sus precarias condiciones de vida. Pero la carroza, como suele ocurrir en el gigante asiático, se tornó en calabaza: a día de hoy, de media, un trabajador en Guiyu gana tres euros al día.
En Guiyu la basura nos cuenta su origen, basta con revisar cualquier artefacto para encontrarnos con su procedencia. Un ejemplo es esta foto...
Todos los polvos tóxicos y vapores que se emiten cuando se derriten o desarman los aparatos tecnológicos son inhalados por los habitantes de esta ciudad... y para completar el panorama de horror integral, si es que algo así puede existir, todos los residuos tóxicos son vertidos directamente al río que lleva el mismo nombre de la ciudad.
Hace algunos días vi un documental televisivo donde contaban la historia del Río Rin, el río más utilizado de toda la Unión Europea: en los años 60 en Alemania el río estaba más de 30 veces más contaminado que en la actualidad... hace 60 años se podía encontrar en el Rin todo tipo de enormes peces. Hablar de esos peces gigantes en la actualidad es como contar un cuento de hadas y unicornios. Sin embargo los alemanes han regulado el río e implementado ciertos controles que hoy lo hacen habitable. Los peces no viven allí naturalmente... los "siembran"...
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