Tendencias y tatuajes: avanzan gigantes

Tatuajes grandes y sexys: ¡A la orden!
O mejor dicho... ¡Salen con fritas!

Recientemente me encontré en
Clarin, -uno de los periódicos mainstream de Argentina- una nota periodística sobre tatuajes haciendo referencia a creciente popularidad de los mismos en Argentina y en el mundo en general.

Según la nota, hoy la mayoría de las personas se hacen tatuajes para pertenecer cuando en el pasasdo predominaba como razón para un tatuaje buscar diferenciarse.

El autor, Fernando Soriano, hace un review de la actual dinámica del tatuaje y descubre que ahora predominan o los tatuajes que ocupan una grán parte del cuerpo.

Sin embargo tengo que remarcar el protagonismo que se la da en el artículo a los famosos mediáticos (Farándula Argentina) lo cual le quita a este texto una buena porción de esa preciosa conexión con la realidad planetaria que la mayoría de nosotros cultivamos diariamente evitando consumir la mierda televisiva.

Ahora si, les dejo la nota completa de este informe:
Un zumbido metálico entorpece la rústica melodía de una canción de los Ramones que no se sabe bien de dónde sale. El aire es pesado y las luces blancas no dan espacio a sombras. Es más, se cruzan en una multiplicidad de espejos que hace que la escena parezca, más bien, una alucinación: cuerpos tirados en camillas, transpirados y sufrientes, con señores de barbijo y guantes de látex encima.

El zumbido sigue y percute no sólo en los oídos: los cuerpos están siendo marcados para siempre con una aguja que va y viene miles de veces por minuto. Los señores limpian con una gasa la sangre de los cuerpos entregados. Dibujan bajo la piel. Y vuelven a limpiar.

De la transgresión a la inclusión. Del prejuicio a la cotidianidad, los tatuajes se reconvirtieron ante la mirada social. Ya pasó la moda de tener un delfín o la lengua de los Rolling Stones. Ahora la cosa es estar tatuado, simplemente. Y cuanto más diferente y más grande, mejor.

Alexandre se muerde el labio superior. Para no insultar, suda. Ya que el abdomen de este treintañero nacido en Brasil tiene impreso su nombre en letras góticas, y en su otro brazo, entero, figura una escena apocalíptica, es entre la axila y la cintura donde ahora le dibujan algo que remite a la ambigüedad.

No es el único entregado en ese momento en el local más grande de la galería Bond Street; otros cinco disfrutan de ese doloroso placer. "Adoro los tatuajes y cada vez menos me miran raro", dice en portugués.

Se calcula que por la Bond Street pasan unas 500 personas por día para tatuarse. Probablemente influenciada por las imágenes de actores, futbolistas, modelos y otros personajes que lucen sus marcas en la piel, para la mayoría sólo importa el tamaño.

Nota: Bond Street es una galería de Buenos Aires donde se concentran rockerías, casas de tatuajes, skate shops, etc.

"No pasaron dos meses desde que a Marcelo (Tinelli) le tatué el brazo que ya vinieron un montón a pedirme que les hiciera lo mismo. Y así se repiten las cosas. Hoy evidentemente manda el tamaño, más que cualquier dibujo de moda", cuenta Mariano Antonio, célebre tatuador de famoso.

Arriba, Marcelo Tinelli con sus tatuajes que
dejaron con la boca abierta a mucha gente.

Para Tulio Navia, colombiano que tatúa en Buenos Aires, las dimensiones tienen que ver con la madurez en la relación sociedad- tatuaje. "Ahora se busca algo bien hecho, un buen diseño, pensado. Y eso se hace grande o no se hace", explica, mientras aplica tinta naranja sobre la piel de un cliente.

"Siguen viniendo a pedir estrellitas, mariposas, escudos de fútbol, pero lo grande ganó mucho terreno", cuenta Facundo Etchegaray en uno de los locales especializados. Según él, los diseños elegidos son variados: desde dibujos orientales, animales, rostros y nombres. Y los lugares del cuerpo, sencillamente, todos.

Como Marcelo, que se fijó en Maradona para su debut y eligió sus brazos para llevar el nombre de sus hijos. "Quería hacerles ese homenaje, llevarlos para siempre conmigo. Y no hay problema, porque la verdad es que ahora es muy difícil que te echen de un trabajo por tener algo así. Algunos prejuicios quedan, pero esta es mi idea y no me importa", sonríe.

Pero el gesto dura poco. Un zumbido metálico le empieza a molestar.
Fuente del Articulo: Clarin.com

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