Hoy vi El Luchador (The Wrestler) una película dirigida por Darren Aronofsky que tuvo bastante repercusión en año de su estreno (2009) cuenta nada másy nada menos con la interpretación de Mickey Rourke (Randy Robinson), Marisa Tomei (Cassidy), Evan Rachel Wood (Stephanie), Ernest Miller.
La trama de El luchador narra la agonía profesional de Randy “The Ram” Robinson (Mickey Rourke) escenificando un drama norteamericano contemporáneo que intenta inyectar los valores norteamericanos mainstream.
La película fue un éxito precisamente por esta razón: es un film que promueve la filosofía de los dos caminos en la vida: el éxito profesional y social y afectivo y por el otro lado -por donde transita Luchador- el fracaso profesional , social y afectivo, sin escapatoria. Estamos ante una película que nos habla de la exitación a través de la violencia. Mickey Rourke se desempeña bien.
Si pudiera hacer algo para que este film fuera más interesante, le daría más profundidad psicológica los personajes y un final cuya lógica no sea la del anti heroe suicida que se quema rápido después del primer tropiezo, cerrando su corazón al mundo sucumbe la carne en pocos segundos. Estas son pretensiones mías que están fuera de lugar, pero bueno, acabo de ver esta película que no me ha dado nada bueno. ¿Dónde esta el milagro en El Luchador? No hay.
La historia plantea una situación conflictiva de la vida que termina desenlazándose como un cáncer voráz, sin que quede nada, nada bueno. Este tipo de cine no me afecta, pero no es de mi agrado. Carece de la pincelada de amor que tiene que haber en mayor o menor medida en el arte para que transmita algo profundo a los espectadores. ¿Qué es algo profundo? Algo que nos sirva para mejorar en algo y comprender mejor. El prototipo de Kurt Cobain nos enseña sólo si la cámara filma la flor que crece en la tumba de una desgracia.
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