Si las puertas de la percepción fueran abiertas el hombre percibiría todas las cosas tal como son, infinitas.
-William Blake
Hay un libro que a mucha gente la ha producido un antes y un después. Yo escuchaba hablar (sin que me despertara interés en lo mas mínimo) de un libro de un Brujo y un Aprendiz. Muchos de mis amigos del barrio lo leían y muchos no, pero todos sabían -como yo- algo de un Brujo y de un Aprendiz. Recuerdo de que uno de mis amigos comentaba sobre las experiencias del Aprendiz con el Brujo y todos escuchabamos como "arrobados" por esos relatos. Se trata de Las enseñanzas de Don Juan de Carlos Castaneda.
Castañeda es un antropólogo que escribio varios libros sobre rituales con drogas visionarias y esoterismo. "El cosmos de Castaneda mezclaba indigenismo y esoterismo. Sus teorías poco académicas originaron debates que ardían."
El siguiente artículo publicado a razón de la muerte de Castañeda salió publicado en el periodico Pagina12.
EL ÚLTIMO SUEÑO DE DON JUAN
En la más previsible de todas las etapas por las que debieron pasar sus estados de realidad no ordinaria, a Carlos Castaneda le tocó morir. La noticia se conoció ayer, y los agregados destacan que el célebre escritor y antropólogo mexicano, autor de Las enseñanzas de Don Juan, tenía 72 años, padecía de cáncer de hígado y, en rigor, había muerto dos meses atrás en su domicilio de Westwood (California). Pero Castaneda se había guardado su último truco místico, logrando que el misterio sobreviviera, inclusive, a su propia muerte, a la que siempre consideró "el mayor de los placeres". Por eso, aseguraba, a la muerte "se la guarda para el final" de la vida.
La vida y obra de Castaneda, pasibles de ser unificadas sólo por el enigma, son extrañas, cuanto menos. Así como el sentido de su existencia quedó supeditado a las experiencias compartidas con el chamán mexicano Juan Matus, quien lo inició en un mundo esotérico descubierto con la ayuda de drogas alucinógenas, los libros del enigmático antropólogo (que jamás dejó que lo fotografiaran) se convirtieron en disparadores espirituales que marcaron a varias generaciones atraídas por un similar instinto contracultural. Buena parte del mundillo del rock de fines de los años sesenta cayó rendido ante su cosmovisión esotérica de la vida, que utilizaba sustancias psicotrópicas como vehículo para alcanzar el conocimiento. Por citar sólo dos ejemplos, la poesía de Jim Morrison, líder de The Doors, y ciertos momentos de la obra de Luis Alberto Spinetta (recordar "Alma de Diamante") remiten al universo de Castaneda. No era, claro, el primer escritor devenido en gurú de cierto rock intelectualizado. Si Baudelaire ofrecía el costado más romántico de la búsqueda espiritual a través de los excesos, y Burroughs (contemporáneo a Castaneda) desnudaba sus infiernos de drogas químicas, el mexicano (en realidad él decía que había nacido en Brasil) abrió un campo diferente, que fluctuaba entre el conocimiento científico, el peyote, el esoterismo y la etnografía.
Por supuesto, sus libros (entre los que se destacan, además de Las enseñanzas..., Una realidad aparte, Viaje a Ixtlán, Relatos de poder y El segundo anillo de poder) le hicieron ganar inmediatamente el recelo de muchos de sus colegas académicos. Era lógico: para una visión cientificista y positivista de la antropología, su búsqueda de la verdad partía de parámetros "ficticios", emparentados con experiencias mágicas basadas en la sabiduría antigua. Sin embargo, su filosofía llegó, en un punto, más lejos que Freud. El padre del psicoanálisis estableció su teoría acerca de la interpretación de los sueños. Castaneda llevó los sueños a un plano accesible a la conciencia. Aquellas fases sucesivas de éxtasis y de pánico que lo envolvieron durante años, envolvieron también a millones de lectores, que se transportaban a ese universo de insectos gigantes y visiones infernales materializados a través de sus sueños.
En la década del 70, Castaneda experimentó un giro ideológico que lo llevó a reconocer que su hipótesis sobre el papel de las plantas psicotrópicas era errónea. Estuvo veinte años sin publicar, y en 1993 apareció El arte de ensoñar, una nueva vuelta de tuerca sobre los temas de siempre. En todo ese tiempo tuvo ingresos extras gracias a sus famosas (y bien remuneradas) conferencias, a las que llegaban miles de fanáticos de todo el mundo, que en realidad querían convertirse en discípulos suyos, en un no disimulado deseo de continuar la cadena iniciada por Don Juan.
El cuerpo de Castaneda fue incinerado. Y en concordancia con el hilo conductor de su vida, sus cenizas fueron dispersadas en un desierto mexicano.
CITAS
-William Blake
Hay un libro que a mucha gente la ha producido un antes y un después. Yo escuchaba hablar (sin que me despertara interés en lo mas mínimo) de un libro de un Brujo y un Aprendiz. Muchos de mis amigos del barrio lo leían y muchos no, pero todos sabían -como yo- algo de un Brujo y de un Aprendiz. Recuerdo de que uno de mis amigos comentaba sobre las experiencias del Aprendiz con el Brujo y todos escuchabamos como "arrobados" por esos relatos. Se trata de Las enseñanzas de Don Juan de Carlos Castaneda.
Castañeda es un antropólogo que escribio varios libros sobre rituales con drogas visionarias y esoterismo. "El cosmos de Castaneda mezclaba indigenismo y esoterismo. Sus teorías poco académicas originaron debates que ardían."
El siguiente artículo publicado a razón de la muerte de Castañeda salió publicado en el periodico Pagina12.
EL ÚLTIMO SUEÑO DE DON JUAN
En la más previsible de todas las etapas por las que debieron pasar sus estados de realidad no ordinaria, a Carlos Castaneda le tocó morir. La noticia se conoció ayer, y los agregados destacan que el célebre escritor y antropólogo mexicano, autor de Las enseñanzas de Don Juan, tenía 72 años, padecía de cáncer de hígado y, en rigor, había muerto dos meses atrás en su domicilio de Westwood (California). Pero Castaneda se había guardado su último truco místico, logrando que el misterio sobreviviera, inclusive, a su propia muerte, a la que siempre consideró "el mayor de los placeres". Por eso, aseguraba, a la muerte "se la guarda para el final" de la vida.
La vida y obra de Castaneda, pasibles de ser unificadas sólo por el enigma, son extrañas, cuanto menos. Así como el sentido de su existencia quedó supeditado a las experiencias compartidas con el chamán mexicano Juan Matus, quien lo inició en un mundo esotérico descubierto con la ayuda de drogas alucinógenas, los libros del enigmático antropólogo (que jamás dejó que lo fotografiaran) se convirtieron en disparadores espirituales que marcaron a varias generaciones atraídas por un similar instinto contracultural. Buena parte del mundillo del rock de fines de los años sesenta cayó rendido ante su cosmovisión esotérica de la vida, que utilizaba sustancias psicotrópicas como vehículo para alcanzar el conocimiento. Por citar sólo dos ejemplos, la poesía de Jim Morrison, líder de The Doors, y ciertos momentos de la obra de Luis Alberto Spinetta (recordar "Alma de Diamante") remiten al universo de Castaneda. No era, claro, el primer escritor devenido en gurú de cierto rock intelectualizado. Si Baudelaire ofrecía el costado más romántico de la búsqueda espiritual a través de los excesos, y Burroughs (contemporáneo a Castaneda) desnudaba sus infiernos de drogas químicas, el mexicano (en realidad él decía que había nacido en Brasil) abrió un campo diferente, que fluctuaba entre el conocimiento científico, el peyote, el esoterismo y la etnografía.
Por supuesto, sus libros (entre los que se destacan, además de Las enseñanzas..., Una realidad aparte, Viaje a Ixtlán, Relatos de poder y El segundo anillo de poder) le hicieron ganar inmediatamente el recelo de muchos de sus colegas académicos. Era lógico: para una visión cientificista y positivista de la antropología, su búsqueda de la verdad partía de parámetros "ficticios", emparentados con experiencias mágicas basadas en la sabiduría antigua. Sin embargo, su filosofía llegó, en un punto, más lejos que Freud. El padre del psicoanálisis estableció su teoría acerca de la interpretación de los sueños. Castaneda llevó los sueños a un plano accesible a la conciencia. Aquellas fases sucesivas de éxtasis y de pánico que lo envolvieron durante años, envolvieron también a millones de lectores, que se transportaban a ese universo de insectos gigantes y visiones infernales materializados a través de sus sueños.
En la década del 70, Castaneda experimentó un giro ideológico que lo llevó a reconocer que su hipótesis sobre el papel de las plantas psicotrópicas era errónea. Estuvo veinte años sin publicar, y en 1993 apareció El arte de ensoñar, una nueva vuelta de tuerca sobre los temas de siempre. En todo ese tiempo tuvo ingresos extras gracias a sus famosas (y bien remuneradas) conferencias, a las que llegaban miles de fanáticos de todo el mundo, que en realidad querían convertirse en discípulos suyos, en un no disimulado deseo de continuar la cadena iniciada por Don Juan.
El cuerpo de Castaneda fue incinerado. Y en concordancia con el hilo conductor de su vida, sus cenizas fueron dispersadas en un desierto mexicano.
CITAS
"Yo creo que la brujería es el uso especializado de la energía. Ver la brujería desde el punto de vista del hombre común y corriente es ver o bien una idiotez o un insondable misterio que está fuera de nuestro alcance"
"La utilización moderna de los alucinógenos es la profanación de un antiguo sacramento, así como la promiscuidad contemporánea es la profanación del cuerpo. Los alucinógenos sólo son útiles en la primera fase de la iniciación en ese sistema de enseñanza y conocimiento que me inculcó Don Juan. Una vez rota la percepción cotidiana de la realidad, las drogas están de más, sobran. Son un apoyo para la meditación y el conocimiento. Son necesarias para el principiante, no para el iniciado"
"El mundo es tal como parece y sin embargo no lo es. No es tan sólido y real como nuestra percepción nos ha llevado a creer, pero tampoco es un espejismo. Nosotros percibimos. Pero lo que percibimos no es un hecho del mismo tipo, porque aprendemos qué percibir"
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