por Rubén Ibán - Publicado en La Haine (18/04/03)
La ocupación de viviendas es una forma de lucha que nace y se desarrolla en Europa, empezando en el que es también el primer país industrializado, Inglaterra. En los países subdesarrollados, se han dado y se dan tradicionalmente otros tipos de ocupación. En los países agrícolas se ha dado tradicionalmente, y se da, la ocupación de tierras para su puesta en cultivo. El ejemplo más notable hoy día es el MST en Brasil. También en Andalucía se han producido ejemplos de este tipo de ocupación a mucha menor escala, como es el caso de Marinaleda. En las grandes ciudades de los países subdesarrollados, donde se dan los mayores porcentajes de crecimiento urbano de todo el mundo en la actualidad, se desarrollan fuertes procesos de ocupación del suelo y autoconstrucción de las viviendas. En estos países se esta dando en la actualidad, además de unas desmesuradas tasas de crecimiento, un fuerte proceso de emigración del campo a la ciudad. Un ejemplo cercano de esto lo tenemos en las grandes urbes de la costa Atlántica Marroquí, Tánger, Casa Blanca y Rabat principalmente, donde la fuerte presencia de multinacionales europeas (especialmente el sector textil y la industria alimentaria) atraen grandes masas de población de el interior predominantemente rural y tienen por consecuencia el desarrollo de anillos periféricos de chabolas y viviendas de autoconstrucción. Este es un proceso que se ha venido desarrollando también hasta no hace tanto en la urbes Andaluzas, y que aún se desarrolla a menor escala en forma de núcleos dispersos de chabolas.
El nexo común de estos tipos de ocupación es evidente. La necesidad del recurso suelo y la concentración de este en pocas manos. Por un lado tenemos enormes masas de trabajadores del campo sin tierra que cultivar y por otro un reducido grupo de propietarios que acumulan en sus manos el medio de producción suelo, muchas veces sin explotar. La forma mas lógica de combatir esta situación es la apropiación del suelo por los jornaleros. De igual forma tenemos una gran masa de población sin posibilidad de acceder a la vivienda y grandes superficies de suelo sin calificar en las grandes urbes de las que hablábamos. Se trata, al fin y al cabo, de la histórica lucha por la propiedad, entre los que la poseen y los que no.
Acercamiento al problema de la vivienda
En Europa occidental nos encontramos a partir de la segunda mitad del siglo XX con una situación particular. Por una parte tenemos un hiperdesarrollo del sector de la construcción, con un crecimiento desmesurado de las ciudades. Y por otra parte tenemos fuertes fenómenos migratorios desde las zonas rurales de Europa y de las antiguas colonias hacia los centros industriales europeos. La relación entre migraciones y construcción, en un principio directa, se va disociando en la actualidad al convertirse la construcción en un negocio por si mismo, absorbiendo gran cantidad de mano de obra y expandiendo su crecimiento a sectores relacionados (producción de ladrillos, vigas, explotaciones de áridos,...)
Desde el momento en que el trabajador depende de un tejido empresarial dedicado a la construcción-distribución de viviendas para adquirir un techo, la vivienda pasa a convertirse en una mercancía y la lógica capitalista de producción y consumo invade su distribución por completo. Al contrario que en los países subdesarrollados existen políticas de ordenación urbanística y recursos para construir por encima incluso de la demanda de viviendas, sin embargo dentro de la lógica capitalista esto no quiere decir que todo el mundo pueda tener acceso a una vivienda digna.
En la urbe del capitalismo industrial y post-industrial se dan una serie de procesos que obran en prejuicio de las clases mas desfavorecidas en el orden reinante a la hora del acceso a la vivienda. Desequilibrios entre el poder adquisitivo medio y el precio de la vivienda, procesos de gentrificación (del ingles “gentrificatión”, aburgesamiento, dicesé la recuperación de espacios centrales de las ciudades por nuevos entes y clases medias surgidas debido a los cambios económicos y ocupacionales) y procesos de concentración de la población en las zonas mas favorecidas por el capital y el empleo.
Emigración y ciudad
Los procesos de concentración del capital y el empleo, conllevan inevitablemente la concentración de la población. Por una parte un trasvase generalizado del campo a la ciudad, con cumbres históricas dependiendo de la región o el país en cuestión, pero que sigue en la actualidad como un goteo constante. Por otra parte un trasvase entre regiones y países, comúnmente de sur a norte, de las áreas predominantemente rurales a las zonas industriales o post-industriales.
La necesidad de mano de obra en las regiones industrializadas se cubre históricamente con mano de obra emigrada del campo. Para liberar esta mano de obra se recurre a expropiaciones, concentración de la propiedad, endurecimiento de las condiciones de trabajo y la eliminación total de la agricultura de subsistencia que no encontraba sitio en la Europa del siglo XX. Algo parecido podemos aplicar a las regiones subdesarrolladas, mediante la eliminación de la agricultura tradicional en estas regiones a favor de la agricultura industrial de las multinacionales, durante la etapa colonial, se libera gran cantidad de mano de obra, gran parte de la cual emigra a las metrópolis europeas. La generación de esta mano de obra potencial consiguió en las diferentes fases del capitalismo a lo largo de los siglos XIX y XX, no solo cubrir la demanda de mano de obra industrial sino también crear un ejercito de excedente de mano de obra que hiciera cotizar a la baja los salarios obreros.
La reconversión o desindustrialización de grandes áreas del mapa europeo durante los 80s, no ha hecho sino acentuar la concentración de la población como es el caso de destrucción de puestos de trabajo en el norte industrial de Inglaterra y Escocia que pierde importancia a favor de la gran metrolopolis londinense.
Cada vez tienen menos importancia en los fenómenos migratorios europeos, la existencia de regiones industrializadas y cada vez son mayores los factores de atracción de la gran urbe, como concentradora de empleo y capital, de empresas de servicio, construcción, telecomunicaciones, parques tecnológicos e innovación industrial en general.
Las bolsas de obreros emigrados a la gran ciudad han creado históricamente, crean y crearan, grandes problemas de vivienda. Al aumentar la demanda de vivienda sobre la oferta, los precios de la misma tienden a aumentar dando lugar a un aumento de beneficios para los propietarios. También tienden a incentivar la construcción tanto privada como publica. Así que la problemática, usualmente dramática, de estas grandes migraciones que son una constante en la historia contemporánea de Europa redundan en grandes beneficios tanto para el Estado como para la incitativa privada. El hecho de que las condiciones de explotación tiendan a ser mas duras para los inmigrantes es fruto de su numero, su indefensión y sus dificultades para organizarse. Las peores condiciones laborales unidos a los elevados precios de la vivienda tienen por consecuencia los procesos de ocupación del suelo en forma de chabolismo y autoconstrucción (en los sesenta setenta las coronas de chabolas de Barcelona o Madrid eran pobladas por Andaluces y Extremeños emigrados del campo, en la actualidad son los magrebies y los subsaharianos los que fundan barrios de chabolas en Huelva, Almería o Sevilla) y en algunos casos la ocupación masiva de viviendas vacías como en la Italia industrial de los 70s o en el Londres de hoy día.
Especulación y casas vacías
Una de las contradicciones mas notables de la lógica capitalista respecto a la vivienda es que la dificultad de acceso a la vivienda viene acompañada de la existencia generalizada de viviendas desocupadas.
En teoría, en un mercado libre o semi-libre, la oferta y la demanda deben ajustar los precios de un determinado producto, en este caso la vivienda. Siguiendo esta lógica la existencia de una oferta superior a la demanda debería hacer bajar los precios y la existencia de una demanda superior a la oferta debería hacerlos subir.
La existencia de casas vacías debería por lo tanto ser consecuencia del descenso de la demanda y por lo tanto de los precios.
En el caso del Estado español, por poner solo un ejemplo, desde finales de los años sesenta los precios del suelo y la vivienda no han parado de multiplicarse en tres booms sucesivos con los consecuentes periodos de estancamiento o ligeramente recesivos al termino de los mismos. Sin embargo en las grandes urbes del Estado español encontramos enormes parques de viviendas vacíos, viviendas nuevas que tardan años y años en ocuparse, viviendas antiguas que se abandonan hasta la ruina, solares que nunca se edifican. Cuál es la causa de esta contradicción? En primer lugar que estas casas no salen al mercado, no se ofertan. La oferta de viviendas no coincide con la realidad del numero de viviendas desocupadas. La existencia de estas viviendas vacías no hace bajar los precios de las viviendas, sino que se instrumentaliza para inflar dichos precios, al reducir la oferta de viviendas.
Existen diversos tipos de especuladores y diferentes tipos de especulación inmobiliaria. La principal diferencia se refiere al numero de propiedades que acumule un propietario en sus manos. Dependiendo de la cantidad de propiedades, el individuo o ente especulador tendrá mayor capacidad de influir sobre los precios del suelo o detener acceso a información privilegiada de la que beneficiarse en la compraventa del suelo.
La especulación se define básicamente como revender con beneficio. Sacar beneficios de las variaciones en los precios de un producto sin producción material. El especulador activo provoca o ayuda a la subida de los precios del suelo, el pasivo se beneficia de dicha subida. La compra, por ejemplo, de un elevado numero de propiedades en un área y un tiempo reducido, provocará inevitablemente la subida de los precios en dicha zona. Este tipo de acciones actúan sobre la escasez de suelo, reduciendo la oferta y subiendo los precios, por otro lado crean expectación sobre la zona alterando la percepción general sobre el valor de la vivienda y el suelo en dicha zona. Manteniendo las viviendas vacías, sin estar en venta o en alquiler se reduce la oferta de viviendas y permite subir los precios del suelo, un precio que pagaran los no-propietarios y del que se beneficiaron los poseedores del suelo y del ladrillo. Es una apuesta a medio-largo plazo que suele funcionar bastante bien, viendo el crecimiento imparable de las inmobiliarias del Estado español.
Mantener viviendas vacías permite construir mas, vender y alquilar más. Otra buena razón para dejar las viviendas vacías es la expectación sobre una posible (o segura) subida de los precios del suelo en un área delimitada, a la espera de poder obtener mayores beneficios en un futuro. Esta expectación puede ser creada por la iniciativa privada o por las administraciones locales que juegan un papel importante en los oscuros tejemanejes inmobiliarios, recalificando terrenos como urbanizables a conveniencia de las empresas o sacándose de la manga ambiciosos planes urbanísticos y obras faraónicas que provocarán esa expectación necesaria para subir los precios del suelo. Recordemos que la venta de terrenos municipales a agentes privados es la principal fuente de financiación de los ayuntamientos y por extensión de los partidos políticos.
Gentrificación
Esta palabra técnica esconde la transformación-regeneración de barriadas, barrios o áreas mayores de las grandes urbes. Se trata principalmente barrios de clase obrera o con un fuerte componente marginal, que son los que van a contener un alto grado de precariedad en cuanto a vivienda, equipamiento y dotaciones. El efecto principal de esta regeneración es la expulsión de los habitantes tradicionales-indeseables del barrio y el desplazamiento de familias de clase media, provocando un incremento del valor de la propiedad inmobiliaria que a su vez tienden a provocar procesos económicos de corte especulativo.
Este proceso se ha venido repitiendo en los barrios obreros históricos, especialmente en las zonas intramuros o las ciudades históricas, de la mayoría de los núcleos de tamaño medio-grande de Andalucía.
Los cambios de la economía determinan un cambio en la localización de los barrios de clase obrera, de los centros donde tradicionalmente se situaban las actividades portuarias, los almacenes, talleres y pequeña industria, hacia la prefería donde tienden a situarse ahora la industria y las viviendas de protección social.
La población desalojada de estas áreas suele pasar a engrosar los guetos de la periferia. Esto se consigue mediante la declaración de ruina de viviendas antiguas o impago de los alquileres, además de la concentración de la construcción de VPO en determinados puntos de la periferia de las ciudades. Se consigue así liberar el espacio, demoler las viviendas antiguas y poder construir otras de mayores dimensiones y comodidades que unidas a su posición estratégica en el centro o áreas cercanas al centro de las ciudades se repoblará con ciudadanos con un mayor poder adquisitivo que pagaran a su vez mayores alquileres o podrán comprar las viviendas completando un circuito económico lleno de beneficios para constructoras e inmobiliarias. Por otra parte se eliminan viviendas y rentas de las que se podían extraer escasos beneficios a la vez que se fomenta la construcción de nuevas viviendas que, a pesar de ser supuestamente de precios protegidos por la administración, tendrán unos precios y unos alquileres muy superiores a las rentas viejas de los patios y casas de vecinos.
Estos procesos toman en algunos casos el aspecto de verdaderas limpiezas étnicas, como la expulsión de los gitanos de Triana y la formación de guetos como el famoso Polígono Sur de Sevilla, por mencionar uno de los casos más desastrosos.
La gentrificación se puede planificar o fomentar desde la administración publica, mediante políticas concretas de regeneración, grandes cantidades de capital invertidas en una zona concreta, en un tiempo limitado. Por una parte la regeneración del equipamiento y las dotaciones, así como la expulsión de indeseables, crea las condiciones necesarias para hacer atrayente la zona para las capas medias de la sociedad. Por otra crean expectativas sobre el área que tienen la consecuencia directa de la inflación del precio de la vivienda y el suelo lo que determinará el poder adquisitivo de los futuros pobladores, imposibilitará la permanencia de la población tradicional o nueva población de clases bajas y creará procesos especulativos con la vivienda que redundarán en grandes beneficios para los propietarios.
La ocupación ha sido utilizada como herramienta para luchar contra estos procesos en numerosas ocasiones. En primer lugar, ocupando las casas que dejaban vacías la especulación o desalojos previos, y en segundo lugar rehabilitando las casas antiguas para evitar su “ruina”, principal objetivo de los propietarios. Esto ha sido evidente en la mayoría de las experiencias con la ocupación militante en el Estado español, y con anterioridad ya habían abanderado esta lucha los okupas de Berlín, con las llamadas “ocupaciones de mantenimiento”. Sin embargo es obvio el fracaso hasta el momento del uso de la ocupación en este sentido, con pequeñas excepciones. La principal causa es que han sido siempre elementos externos y no los habitantes tradicionales del barrio los que han llevado a cabo estas acciones. Además, los ocupas no han conseguido siempre conectar con la gente del barrio y conseguir su participación en las luchas.
La única forma de luchar contra estos procesos es la autoorganización y acción de los vecinos de estos barrios. Si los centros sociales ocupados pueden ayudar a esta autoorganización o dinamizar la vida política de los barrios obreros, habría de examinarse mas detenidamente.
La ocupación como forma de intervención en la vivienda
Los actuales procesos migratorios que se están dando en Andalucía unidos al endurecimiento de las condiciones de acceso a la vivienda, tanto de la población autóctona como de la foránea, establecen las condiciones necesarias para futuras luchas por la vivienda.
Ante esta situación algunas de las acciones que tomará la administración son previsibles y se están desarrollando ya en la actualidad. Por una parte, el aumento de los alquileres sobre la propiedad de la vivienda, para la clase trabajadora. De esta forma se eliminaría el impedimento que supone el que cada vez un mayor porcentaje de la población sea incapaz de meterse en una hipoteca, dada la precariedad de las nominas si las hay. A la vez, estos alquileres, conforme cambien los hábitos de consumo de vivienda y aumenten en proporción a la propiedad, podrían ir subiendo y creando las mismas condiciones de explotación que las hipotecas. Esto es la generalidad en la mayor parte de Europa, como por ejemplo en Berlín donde alrededor de un 90% de las viviendas son de alquiler.
Otra medida que ya esta poniéndose en practica es el aumento de la VPO, especialmente en régimen de alquiler, que mantiene unos precios desmesurados, pero accesibles con enormes esfuerzos. La VPO, al igual que la vivienda libre, condena a los jóvenes a asumir fuertes condiciones de explotación en el trabajo para pagar su vivienda- que no es sin otra forma de explotación -, pero con precios ligeramente menores a los del mercado, prohibitivos para muchos, consiguiendo así integrar en el sistema de explotación que forma el binomio trabajo=vivienda y que de otra forma quedarían excluidos. En el Estado español, ante el cariz dramático que esta tomando el acceso a la vivienda, la proporción de VPO sobre el total de la vivienda a aumentado este año por primera vez en una década. Sin embargo estas acciones no van dirigidas a aplacar la problemática de la vivienda, sino ha convertir las condiciones abusivas actuales en sostenibles y duraderas. La mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora depende directamente, como nos ha enseñado la historia, de la propia acción organizada y colectiva de los afectados.
Las medidas que históricamente ha tomado la población respecto a esta problemática van de las ocupaciones masivas de viviendas del Estado en Inglaterra, a las huelgas de alquileres generalizadas en el norte de Italia en los 70s. Las ultimas referencia de huelgas de alquileres masivas y organizadas en Andalucía, data de antes de la contienda civil (por ejemplo las huelgas de alquiler en Triana y San Luis a principios de los 30s). Sin embargo la desobediencia en este campo es algo endémico en Andalucía, y va desde las ocupaciones de suelo que se prolongan hasta entrados los 70s, ha el rechazo masivo a pagar la luz, el agua o los impuestos en las barriadas marginales. Estas situaciones se daban de forma generalizada en los barrios obreros de las ciudades medias de Andalucía, Cádiz, Bahía de Algeciras, Sevilla y subsisten en la actualidad en los modernos guetos de las áreas metropolitanas. De forma marginal, al igual que la ocupación de viviendas, en la medida en que carecen de dirección política y de repercusión mediatica pero no así en cuanto al numero de familias que participan.
Por otra parte la ocupación del suelo vuelve a estar al orden del día. Vuelven a surgir núcleos chabolisticos alrededor de las ciudades medias, esta vez poblados por magrebies, sub-saharianos y inmigrantes del este de Europa.
Las principales necesidades, en estas luchas legitimas, están claras. La organización de los afectados es fundamental. Si se consigue que se conciba la vivienda como un problema común, del conjunto de los excluido como colectividad, puede convertirse en un arma muy potente.
Es fundamental así mismo comprender el porque de la situación y conocer a los actores responsables de dicha situación, los que hacen negocio con las penurias ajenas, los que nos explotan cuando producimos y cuando consumimos.
Por ultimo, es fundamental contar y organizarse junto a los inmigrantes, que están llamados a ser actores principales en las futuras luchas de la clase trabajadora. Concebir el problema como algo común a inmigrantes y excluidos del bienestar europeo, así en la vivienda como en el campo del trabajo.
La ocupación de viviendas es una forma de lucha que nace y se desarrolla en Europa, empezando en el que es también el primer país industrializado, Inglaterra. En los países subdesarrollados, se han dado y se dan tradicionalmente otros tipos de ocupación. En los países agrícolas se ha dado tradicionalmente, y se da, la ocupación de tierras para su puesta en cultivo. El ejemplo más notable hoy día es el MST en Brasil. También en Andalucía se han producido ejemplos de este tipo de ocupación a mucha menor escala, como es el caso de Marinaleda. En las grandes ciudades de los países subdesarrollados, donde se dan los mayores porcentajes de crecimiento urbano de todo el mundo en la actualidad, se desarrollan fuertes procesos de ocupación del suelo y autoconstrucción de las viviendas. En estos países se esta dando en la actualidad, además de unas desmesuradas tasas de crecimiento, un fuerte proceso de emigración del campo a la ciudad. Un ejemplo cercano de esto lo tenemos en las grandes urbes de la costa Atlántica Marroquí, Tánger, Casa Blanca y Rabat principalmente, donde la fuerte presencia de multinacionales europeas (especialmente el sector textil y la industria alimentaria) atraen grandes masas de población de el interior predominantemente rural y tienen por consecuencia el desarrollo de anillos periféricos de chabolas y viviendas de autoconstrucción. Este es un proceso que se ha venido desarrollando también hasta no hace tanto en la urbes Andaluzas, y que aún se desarrolla a menor escala en forma de núcleos dispersos de chabolas.
El nexo común de estos tipos de ocupación es evidente. La necesidad del recurso suelo y la concentración de este en pocas manos. Por un lado tenemos enormes masas de trabajadores del campo sin tierra que cultivar y por otro un reducido grupo de propietarios que acumulan en sus manos el medio de producción suelo, muchas veces sin explotar. La forma mas lógica de combatir esta situación es la apropiación del suelo por los jornaleros. De igual forma tenemos una gran masa de población sin posibilidad de acceder a la vivienda y grandes superficies de suelo sin calificar en las grandes urbes de las que hablábamos. Se trata, al fin y al cabo, de la histórica lucha por la propiedad, entre los que la poseen y los que no.
Acercamiento al problema de la vivienda
En Europa occidental nos encontramos a partir de la segunda mitad del siglo XX con una situación particular. Por una parte tenemos un hiperdesarrollo del sector de la construcción, con un crecimiento desmesurado de las ciudades. Y por otra parte tenemos fuertes fenómenos migratorios desde las zonas rurales de Europa y de las antiguas colonias hacia los centros industriales europeos. La relación entre migraciones y construcción, en un principio directa, se va disociando en la actualidad al convertirse la construcción en un negocio por si mismo, absorbiendo gran cantidad de mano de obra y expandiendo su crecimiento a sectores relacionados (producción de ladrillos, vigas, explotaciones de áridos,...)
Desde el momento en que el trabajador depende de un tejido empresarial dedicado a la construcción-distribución de viviendas para adquirir un techo, la vivienda pasa a convertirse en una mercancía y la lógica capitalista de producción y consumo invade su distribución por completo. Al contrario que en los países subdesarrollados existen políticas de ordenación urbanística y recursos para construir por encima incluso de la demanda de viviendas, sin embargo dentro de la lógica capitalista esto no quiere decir que todo el mundo pueda tener acceso a una vivienda digna.
En la urbe del capitalismo industrial y post-industrial se dan una serie de procesos que obran en prejuicio de las clases mas desfavorecidas en el orden reinante a la hora del acceso a la vivienda. Desequilibrios entre el poder adquisitivo medio y el precio de la vivienda, procesos de gentrificación (del ingles “gentrificatión”, aburgesamiento, dicesé la recuperación de espacios centrales de las ciudades por nuevos entes y clases medias surgidas debido a los cambios económicos y ocupacionales) y procesos de concentración de la población en las zonas mas favorecidas por el capital y el empleo.
Emigración y ciudad
Los procesos de concentración del capital y el empleo, conllevan inevitablemente la concentración de la población. Por una parte un trasvase generalizado del campo a la ciudad, con cumbres históricas dependiendo de la región o el país en cuestión, pero que sigue en la actualidad como un goteo constante. Por otra parte un trasvase entre regiones y países, comúnmente de sur a norte, de las áreas predominantemente rurales a las zonas industriales o post-industriales.
La necesidad de mano de obra en las regiones industrializadas se cubre históricamente con mano de obra emigrada del campo. Para liberar esta mano de obra se recurre a expropiaciones, concentración de la propiedad, endurecimiento de las condiciones de trabajo y la eliminación total de la agricultura de subsistencia que no encontraba sitio en la Europa del siglo XX. Algo parecido podemos aplicar a las regiones subdesarrolladas, mediante la eliminación de la agricultura tradicional en estas regiones a favor de la agricultura industrial de las multinacionales, durante la etapa colonial, se libera gran cantidad de mano de obra, gran parte de la cual emigra a las metrópolis europeas. La generación de esta mano de obra potencial consiguió en las diferentes fases del capitalismo a lo largo de los siglos XIX y XX, no solo cubrir la demanda de mano de obra industrial sino también crear un ejercito de excedente de mano de obra que hiciera cotizar a la baja los salarios obreros.
La reconversión o desindustrialización de grandes áreas del mapa europeo durante los 80s, no ha hecho sino acentuar la concentración de la población como es el caso de destrucción de puestos de trabajo en el norte industrial de Inglaterra y Escocia que pierde importancia a favor de la gran metrolopolis londinense.
Cada vez tienen menos importancia en los fenómenos migratorios europeos, la existencia de regiones industrializadas y cada vez son mayores los factores de atracción de la gran urbe, como concentradora de empleo y capital, de empresas de servicio, construcción, telecomunicaciones, parques tecnológicos e innovación industrial en general.
Las bolsas de obreros emigrados a la gran ciudad han creado históricamente, crean y crearan, grandes problemas de vivienda. Al aumentar la demanda de vivienda sobre la oferta, los precios de la misma tienden a aumentar dando lugar a un aumento de beneficios para los propietarios. También tienden a incentivar la construcción tanto privada como publica. Así que la problemática, usualmente dramática, de estas grandes migraciones que son una constante en la historia contemporánea de Europa redundan en grandes beneficios tanto para el Estado como para la incitativa privada. El hecho de que las condiciones de explotación tiendan a ser mas duras para los inmigrantes es fruto de su numero, su indefensión y sus dificultades para organizarse. Las peores condiciones laborales unidos a los elevados precios de la vivienda tienen por consecuencia los procesos de ocupación del suelo en forma de chabolismo y autoconstrucción (en los sesenta setenta las coronas de chabolas de Barcelona o Madrid eran pobladas por Andaluces y Extremeños emigrados del campo, en la actualidad son los magrebies y los subsaharianos los que fundan barrios de chabolas en Huelva, Almería o Sevilla) y en algunos casos la ocupación masiva de viviendas vacías como en la Italia industrial de los 70s o en el Londres de hoy día.
Especulación y casas vacías
Una de las contradicciones mas notables de la lógica capitalista respecto a la vivienda es que la dificultad de acceso a la vivienda viene acompañada de la existencia generalizada de viviendas desocupadas.
En teoría, en un mercado libre o semi-libre, la oferta y la demanda deben ajustar los precios de un determinado producto, en este caso la vivienda. Siguiendo esta lógica la existencia de una oferta superior a la demanda debería hacer bajar los precios y la existencia de una demanda superior a la oferta debería hacerlos subir.
La existencia de casas vacías debería por lo tanto ser consecuencia del descenso de la demanda y por lo tanto de los precios.
En el caso del Estado español, por poner solo un ejemplo, desde finales de los años sesenta los precios del suelo y la vivienda no han parado de multiplicarse en tres booms sucesivos con los consecuentes periodos de estancamiento o ligeramente recesivos al termino de los mismos. Sin embargo en las grandes urbes del Estado español encontramos enormes parques de viviendas vacíos, viviendas nuevas que tardan años y años en ocuparse, viviendas antiguas que se abandonan hasta la ruina, solares que nunca se edifican. Cuál es la causa de esta contradicción? En primer lugar que estas casas no salen al mercado, no se ofertan. La oferta de viviendas no coincide con la realidad del numero de viviendas desocupadas. La existencia de estas viviendas vacías no hace bajar los precios de las viviendas, sino que se instrumentaliza para inflar dichos precios, al reducir la oferta de viviendas.
Existen diversos tipos de especuladores y diferentes tipos de especulación inmobiliaria. La principal diferencia se refiere al numero de propiedades que acumule un propietario en sus manos. Dependiendo de la cantidad de propiedades, el individuo o ente especulador tendrá mayor capacidad de influir sobre los precios del suelo o detener acceso a información privilegiada de la que beneficiarse en la compraventa del suelo.
La especulación se define básicamente como revender con beneficio. Sacar beneficios de las variaciones en los precios de un producto sin producción material. El especulador activo provoca o ayuda a la subida de los precios del suelo, el pasivo se beneficia de dicha subida. La compra, por ejemplo, de un elevado numero de propiedades en un área y un tiempo reducido, provocará inevitablemente la subida de los precios en dicha zona. Este tipo de acciones actúan sobre la escasez de suelo, reduciendo la oferta y subiendo los precios, por otro lado crean expectación sobre la zona alterando la percepción general sobre el valor de la vivienda y el suelo en dicha zona. Manteniendo las viviendas vacías, sin estar en venta o en alquiler se reduce la oferta de viviendas y permite subir los precios del suelo, un precio que pagaran los no-propietarios y del que se beneficiaron los poseedores del suelo y del ladrillo. Es una apuesta a medio-largo plazo que suele funcionar bastante bien, viendo el crecimiento imparable de las inmobiliarias del Estado español.
Mantener viviendas vacías permite construir mas, vender y alquilar más. Otra buena razón para dejar las viviendas vacías es la expectación sobre una posible (o segura) subida de los precios del suelo en un área delimitada, a la espera de poder obtener mayores beneficios en un futuro. Esta expectación puede ser creada por la iniciativa privada o por las administraciones locales que juegan un papel importante en los oscuros tejemanejes inmobiliarios, recalificando terrenos como urbanizables a conveniencia de las empresas o sacándose de la manga ambiciosos planes urbanísticos y obras faraónicas que provocarán esa expectación necesaria para subir los precios del suelo. Recordemos que la venta de terrenos municipales a agentes privados es la principal fuente de financiación de los ayuntamientos y por extensión de los partidos políticos.
Gentrificación
Esta palabra técnica esconde la transformación-regeneración de barriadas, barrios o áreas mayores de las grandes urbes. Se trata principalmente barrios de clase obrera o con un fuerte componente marginal, que son los que van a contener un alto grado de precariedad en cuanto a vivienda, equipamiento y dotaciones. El efecto principal de esta regeneración es la expulsión de los habitantes tradicionales-indeseables del barrio y el desplazamiento de familias de clase media, provocando un incremento del valor de la propiedad inmobiliaria que a su vez tienden a provocar procesos económicos de corte especulativo.
Este proceso se ha venido repitiendo en los barrios obreros históricos, especialmente en las zonas intramuros o las ciudades históricas, de la mayoría de los núcleos de tamaño medio-grande de Andalucía.
Los cambios de la economía determinan un cambio en la localización de los barrios de clase obrera, de los centros donde tradicionalmente se situaban las actividades portuarias, los almacenes, talleres y pequeña industria, hacia la prefería donde tienden a situarse ahora la industria y las viviendas de protección social.
La población desalojada de estas áreas suele pasar a engrosar los guetos de la periferia. Esto se consigue mediante la declaración de ruina de viviendas antiguas o impago de los alquileres, además de la concentración de la construcción de VPO en determinados puntos de la periferia de las ciudades. Se consigue así liberar el espacio, demoler las viviendas antiguas y poder construir otras de mayores dimensiones y comodidades que unidas a su posición estratégica en el centro o áreas cercanas al centro de las ciudades se repoblará con ciudadanos con un mayor poder adquisitivo que pagaran a su vez mayores alquileres o podrán comprar las viviendas completando un circuito económico lleno de beneficios para constructoras e inmobiliarias. Por otra parte se eliminan viviendas y rentas de las que se podían extraer escasos beneficios a la vez que se fomenta la construcción de nuevas viviendas que, a pesar de ser supuestamente de precios protegidos por la administración, tendrán unos precios y unos alquileres muy superiores a las rentas viejas de los patios y casas de vecinos.
Estos procesos toman en algunos casos el aspecto de verdaderas limpiezas étnicas, como la expulsión de los gitanos de Triana y la formación de guetos como el famoso Polígono Sur de Sevilla, por mencionar uno de los casos más desastrosos.
La gentrificación se puede planificar o fomentar desde la administración publica, mediante políticas concretas de regeneración, grandes cantidades de capital invertidas en una zona concreta, en un tiempo limitado. Por una parte la regeneración del equipamiento y las dotaciones, así como la expulsión de indeseables, crea las condiciones necesarias para hacer atrayente la zona para las capas medias de la sociedad. Por otra crean expectativas sobre el área que tienen la consecuencia directa de la inflación del precio de la vivienda y el suelo lo que determinará el poder adquisitivo de los futuros pobladores, imposibilitará la permanencia de la población tradicional o nueva población de clases bajas y creará procesos especulativos con la vivienda que redundarán en grandes beneficios para los propietarios.
La ocupación ha sido utilizada como herramienta para luchar contra estos procesos en numerosas ocasiones. En primer lugar, ocupando las casas que dejaban vacías la especulación o desalojos previos, y en segundo lugar rehabilitando las casas antiguas para evitar su “ruina”, principal objetivo de los propietarios. Esto ha sido evidente en la mayoría de las experiencias con la ocupación militante en el Estado español, y con anterioridad ya habían abanderado esta lucha los okupas de Berlín, con las llamadas “ocupaciones de mantenimiento”. Sin embargo es obvio el fracaso hasta el momento del uso de la ocupación en este sentido, con pequeñas excepciones. La principal causa es que han sido siempre elementos externos y no los habitantes tradicionales del barrio los que han llevado a cabo estas acciones. Además, los ocupas no han conseguido siempre conectar con la gente del barrio y conseguir su participación en las luchas.
La única forma de luchar contra estos procesos es la autoorganización y acción de los vecinos de estos barrios. Si los centros sociales ocupados pueden ayudar a esta autoorganización o dinamizar la vida política de los barrios obreros, habría de examinarse mas detenidamente.
La ocupación como forma de intervención en la vivienda
Los actuales procesos migratorios que se están dando en Andalucía unidos al endurecimiento de las condiciones de acceso a la vivienda, tanto de la población autóctona como de la foránea, establecen las condiciones necesarias para futuras luchas por la vivienda.
Ante esta situación algunas de las acciones que tomará la administración son previsibles y se están desarrollando ya en la actualidad. Por una parte, el aumento de los alquileres sobre la propiedad de la vivienda, para la clase trabajadora. De esta forma se eliminaría el impedimento que supone el que cada vez un mayor porcentaje de la población sea incapaz de meterse en una hipoteca, dada la precariedad de las nominas si las hay. A la vez, estos alquileres, conforme cambien los hábitos de consumo de vivienda y aumenten en proporción a la propiedad, podrían ir subiendo y creando las mismas condiciones de explotación que las hipotecas. Esto es la generalidad en la mayor parte de Europa, como por ejemplo en Berlín donde alrededor de un 90% de las viviendas son de alquiler.
Otra medida que ya esta poniéndose en practica es el aumento de la VPO, especialmente en régimen de alquiler, que mantiene unos precios desmesurados, pero accesibles con enormes esfuerzos. La VPO, al igual que la vivienda libre, condena a los jóvenes a asumir fuertes condiciones de explotación en el trabajo para pagar su vivienda- que no es sin otra forma de explotación -, pero con precios ligeramente menores a los del mercado, prohibitivos para muchos, consiguiendo así integrar en el sistema de explotación que forma el binomio trabajo=vivienda y que de otra forma quedarían excluidos. En el Estado español, ante el cariz dramático que esta tomando el acceso a la vivienda, la proporción de VPO sobre el total de la vivienda a aumentado este año por primera vez en una década. Sin embargo estas acciones no van dirigidas a aplacar la problemática de la vivienda, sino ha convertir las condiciones abusivas actuales en sostenibles y duraderas. La mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora depende directamente, como nos ha enseñado la historia, de la propia acción organizada y colectiva de los afectados.
Las medidas que históricamente ha tomado la población respecto a esta problemática van de las ocupaciones masivas de viviendas del Estado en Inglaterra, a las huelgas de alquileres generalizadas en el norte de Italia en los 70s. Las ultimas referencia de huelgas de alquileres masivas y organizadas en Andalucía, data de antes de la contienda civil (por ejemplo las huelgas de alquiler en Triana y San Luis a principios de los 30s). Sin embargo la desobediencia en este campo es algo endémico en Andalucía, y va desde las ocupaciones de suelo que se prolongan hasta entrados los 70s, ha el rechazo masivo a pagar la luz, el agua o los impuestos en las barriadas marginales. Estas situaciones se daban de forma generalizada en los barrios obreros de las ciudades medias de Andalucía, Cádiz, Bahía de Algeciras, Sevilla y subsisten en la actualidad en los modernos guetos de las áreas metropolitanas. De forma marginal, al igual que la ocupación de viviendas, en la medida en que carecen de dirección política y de repercusión mediatica pero no así en cuanto al numero de familias que participan.
Por otra parte la ocupación del suelo vuelve a estar al orden del día. Vuelven a surgir núcleos chabolisticos alrededor de las ciudades medias, esta vez poblados por magrebies, sub-saharianos y inmigrantes del este de Europa.
Las principales necesidades, en estas luchas legitimas, están claras. La organización de los afectados es fundamental. Si se consigue que se conciba la vivienda como un problema común, del conjunto de los excluido como colectividad, puede convertirse en un arma muy potente.
Es fundamental así mismo comprender el porque de la situación y conocer a los actores responsables de dicha situación, los que hacen negocio con las penurias ajenas, los que nos explotan cuando producimos y cuando consumimos.
Por ultimo, es fundamental contar y organizarse junto a los inmigrantes, que están llamados a ser actores principales en las futuras luchas de la clase trabajadora. Concebir el problema como algo común a inmigrantes y excluidos del bienestar europeo, así en la vivienda como en el campo del trabajo.
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